Un importante elemento ritual, que contextualiza la
dinámica de estas encadenadas fiestas de Navidad y Año Nuevo, es el agradable y
a la vez complicado gesto de regalar a nuestros
semejantes. Resulta divertido regalar y recibir presentes, qué duda
cabe. Pero ese elogiable comportamiento encierra en su propia naturaleza una
serie de dificultades y problemas que a muchos se les antojan molestas,
cansinas e incluso disuasorias. Primero, veamos el cuándo. ¿El día de Navidad o
seguimos manteniendo la Noche mágica que antecede a la Mañana lúdica del 6 de
enero? En segundo lugar, nos encontramos con esa mirada que focalizamos a
nuestros armarios o a muchos rincones patrimoniales de nuestra privacidad. Con
un poco de suerte y esfuerzo, llegamos a la conclusión de que tenemos de todo o casi de todo: ropa,
zapatos perfumes, joyas, electrónicos, libros, juguetes, dulces, caramelos y
bombones, material de papelería, relojes, cámaras fotográficas, bolsos,
mochilas, tarjetas regalo, las últimas novedades en muñecas, la más moderna
bicicleta o patinete… etc.
Es evidente que no podemos regalar lo mismo a un
niño, a un joven, a un adulto o a una persona mayor. Pero en todas esas
generaciones humanas o vitales, aparece la misma dificultad: ¿en dónde ponemos
o guardamos la acumulación de todos los objetos que recibimos, cuando las
viviendas en que residimos son cada vez más reducidas, tanto en espacio como en
volumen útil? Y no olvidemos tampoco los días “frenéticos” posteriores al 25 de
diciembre y, por supuesto, al seis de enero. Llega, generalmente para “los
mayores” aunque también para los de menos edad, la cómica ceremonia
“negociadora” de la devolución (en los comercios que lo permiten) de algunos o
muchos de esos presentes recibidos y su intercambio por otros diferentes, en
modalidad, función, talla o color.
En un lejano, pero siempre próximo en el
sentimiento, concurso escolar, alguien escribió las siguientes y muy sensatas
frases:
¿Y por qué no regalar a los niños un bolígrafo y una libreta o bloc, para el inicio prometedor de lo que podría llegar a ser un futuro escritor? ¿Y por qué no regalamos una acuarela o colección de botecitos témpera, para las ilusiones artísticas de un futuro pintor? ¿Pensamos en la virtualidad e importancia artesanal que proporciona un juego de maderas, chapones, martillo, clavos, alicates, sierra y algún tipo de cola, para construir cajitas u otras formas, en la habilidad primaria de un futuro carpintero? ¿No sería mejor un juego de plastilinas cromáticas, a fin de estimular la afición por el modelado de figuras diversas, para ese futuro escultor? ¿Por qué desapareció de los escaparates y los catálogos de juguetes, aquella maravilla puesta al servicio de la imaginación y el juego, que se denominaba “El Mecano”? (Consistía este “juego” en un amplio conjunto de piezas metálicas, pintadas de verde y taladradas para la aplicación de tornillos y tuercas, con muy distintas formas y tamaños, según fuesen los niveles de aquel inteligente juguete, pues se vendía desde el más simple hasta aquellas cajas de piezas que eran verdaderas piezas de ingeniería) Con aquél inolvidable juguete de nuestras infancias se podía construir “todo” tipo de objetos y estructuras, tales como casas, sillas, mesas, coches, grúas, trenes, puentes, molinos, aviones etc. El libro o cuaderno que explicaba, paso a paso, la construcción de los objetos era sumamente didáctico y motivador).
Efraín Damial Ventura se halla profundamente enamorado de su novia, Dafne Claima Verdal. Ambos son estudiantes
universitarios, cursando el primer curso del grado en Ciencias de la Educación.
Han elegido la significativa y compleja especialidad de Maestro de educación especial.
Admiran vocacionalmente el mundo de la infancia y quieren dedicarse
profesionalmente a ejercer la sublime y difícil, pero apasionante al tiempo, tarea de enseñar y
motivar en valores el desarrollo de los que ellos denominan “niños difíciles“. Esos niños de respuestas
complicadas, tanto por su carácter genético, como por las circunstancias
desordenadas o desestructuradas del tensionado entorno en el que viven.
Ambos jóvenes son los hijos menores dos familias
modestas, honradas y trabajadoras, que gozan de una saludable y afectuosa
estabilidad. El padre de Efraín, Lucio, es
conductor de autobuses, en la Empresa Municipal de Transportes, mientras que el
padre de Dafne, Adeodato, ejerce como
administrativo en una gestoría ubicada en la zona centro de la populosa urbe
malacitana. Efra tiene dos hermanos mayores, que se preparan para opositar para
el Cuerpo de la Policía Nacional o, en su caso, el de la Policía local. La
única hermana de Dafne, Liria, es telefonista,
en una empresa de transporte urgente y mensajería.
Se acercan ya, con ímpetu acelerado, las siempre
emotivas fechas de la Navidad. Efra, como tantos otros enamorados de su pareja,
se halla inmerso en una pregunta recurrente que bulle por su cabeza con el
“alocado” pero admirable espíritu y fuerza de su juventud. “¿Qué te podría regalar mi tierno amor, mi querida Dafne,
que fuese algo original, tanto para la Navidad como para la fiesta de Reyes?”
Le venía dando vueltas a este divertido interrogante durante los últimos días,
pero sin llegar a una conclusión acertada que le complaciera en demasía. Fue
haciendo el ritual normalizado de recorridos por los más significados centros
comerciales de la ciudad, como el Centro Larios, las tiendas y franquicias
ubicadas en la estación ferroviaria Málaga, María Zambrano, popularmente
conocida como Vialia, por supuesto también visitó los grandes almacenes de El
Corte Inglés, sin descuidar los incentivos que ofrecían el complejo comercial
Rosaleda o el núcleo abierto de las numerosos establecimientos del centro
urbano malagueño.
Sin embargo, a pesar de todo su paciente esfuerzo,
no encontraba algo que resultara apropiado para la sorpresa de lo original. Se
encontraba con regalos de un precio inasumible para su “precaria”
disponibilidad económica y con otros artículos que Dafne ya poseía o que poco
decían para los gustos de su amada. Es el eterno dilema de los regalos: ¿qué le pueda gustar por su originalidad (el carácter
se Dafne priorizaba esta opción) novedad y utilidad? Cierto día, tras acabar el
almuerzo, tomaba café en casa y uno de sus hermanos hizo alguna alusión a los
regalos de Reyes. En ese momento su madre, Maximina,
les sugirió que se diesen una vuelta por
el Mercadillo de la Artesanía instalado en el
lateral norte del Parque malacitano, pues había muchas casetas y allí podrían
elegir algún detalle bonito, con un precio apropiado a su disponibilidad, para
dar la sorpresa a sus respectivas parejas. Lucio estaba de acuerdo con su
mujer, añadiendo la conveniencia de que controlases bien los gastos pues los
tiempos no estaban para dilapidar ese dinero que tanto esfuerzo cuesta
conseguir.
¿Los “puestos” del Parque? Este alegre y vital mercado navideño se halla
instalado en el lateral norte del Parque malacitano junto al Puerto. Cumple su tradicional
cita anual por estas entrañables fechas festivas, siendo muy apreciado por la
ciudadanía, debido a la nota de color, alegr ía, mirada
a la infancia y sentido artesanal del regalo que aporta en los días de Navidad
y Reyes. Son más de cien los puestos instalados en habitáculos de madera, con
reducido espacio individual, pero con un denso y variado contenido, dividido en
tres significativas secciones. Una primera parte de los expositores está
dedicada a la venta de elemento específicos para la Navidad: las figuritas y
elementos para la construcción de belenes o nacimientos, con verdaderas obras
artísticas que hablan del nivel artesano e imaginativo de quien las construye o
modela. A continuación, aparecen los puestos dedicados a los elementos para las
fiestas y celebraciones. Además de las zambombas y panderetas, básicamente ofertan
artículos para hacer reír, a veces con bromas que pueden resultan molestas o de
cierto calibre impertinente para quien recibe. Y ya por último, un importante porcentaje
de estos atractivos comercios están dedicados a la venta diversificada de miles
de productos artesanales, elaborados con piel, algodón, lana, madera y
elementos metálicos, como materiales predominantes. Curiosamente, el plástico
no es la materia prima elegida para la formación de estas laboriosas y
admirables artesanías.
Efra iba pensando, mientras recorría unos y otros
puestos, la suerte que había tenido en desplazarse a ese gran mercadillo para
la imaginación y la destreza: allí había multitud de objetos realmente bellos,
útiles, sugerentes y además con un precio muy meditado, para no ausentar o
“asustar” a los posibles compradores. Sobre todas estas cualidades, priorizaba
en sus deseos la siempre apreciada virtud de la originalidad. Precisamente Dafne,
tenía la tarde comprometida con su madre Clotilde,
a fin de preparar de manera adecuada la Noche de Fin de Año, con esas compras
que siempre suelen dejarse para el último momento. En base a esta circunstancia
tenía toda la tarde libre para tomar la mejor decisión, paseando una y otra vez
por delante de los comerciantes y sus expositores. Llevaba ya sus buenos
minutos por entre una marejada humana que como él también buscaban el
entretenimiento o las compras por entre los puestos, cuando vio que, desde uno
de éstos, un hombre mayor, con poblada barba y un turbante blanco en la cabeza parecía hacerle una señal.
Efectivamente, detrás del mostrador estaba una
persona que acumulaba largos años en su cuerpo, ya bastante encorvado,
epidermis bien curtida por los rayos solares y el paso de las hojas del
calendario, con ojos legañosos que mostraban el cansancio que soportaban por su
mucho uso pero que, sin embargo, traslucían o emanaban una transparente y
sincera nobleza.
“Joven, gracias por acercarte. Te he
visto pasar ya en un par de ocasiones y creo que tu rostro muestra una clara
desorientación. Pienso que probablemente estás buscando algo y no creo equivocarme
si eso que no encuentras es para ofrecerlo a una persona amada. Estoy seguro,
por tus largos e inconcretos paseos, que no has encontrado ese presente que
pueda hacer feliz y sonreír a tu compañera ¿Verdad? Pero no quiero ser
descortés y debo antes presentarme. Este ya muy veterano mercader que tienes
delante se llama Ishám. Procedo de Marruecos y nací en una hermosa ciudad, como
la vuestra, que se llama Orán. En mi larga vida, me he ganado el sustento
fabricando muchos objetos, como los que ves aquí presentes, aunque también hay
mercancías que he comprado a otros, para después revenderlas. Son, las tienes
delante, figuras y objetos de madera, prendas para vestir tejidas con lana,
algodón, aunque también la piel es muy utilizada por su calidad y duración.
Estas prendas lucen muy bellos colores, para el gusto de quien las usa. Tengo
zapatos, babuchas y otros accesorios diversos hechos con la piel de los
carneros, vacas, becerros e incluso camellos. Para las suelas utilizo el caucho
que aumenta su seguridad. ¿No hay nada de lo que ves aquí que le pueda gustar a
tu, sin duda, bella compañera? Por cierto ¿cuánto la quieres?”
Un tanto sorprendido por la fluida y amable
locuacidad del apacible mercader, un comerciante bastante bonachón, Efra se vio
obligado a explicarle que efectivamente buscaba un regalo que se caracterizara
por su originalidad. Todo era debido a que Dafne, su muy amada novia, era una
persona un tanto especial, pues prefería quedarse sin nada a tener un regalo
que apenas “le dijera nada”. Además, su disponibilidad monetaria no era muy
grande, pues él era un estudiante que dependía de la modesta economía familiar.
“¿No tendría Vd. Sr. Ishám, algo especial cuya adquisición no me supusiera un elevado
coste? En cuanto a mi cariño por ella, le aseguro que desde que me levanto por
las mañanas, trato de hacerla feliz. Debo ser de esos espíritus románticos, de
los que van quedando pocos por el mundo”.
Tras unos segundos pensando, el experimentado comerciante
sonrió a su joven interlocutor. “Si te es posible, pásate
mañana por este tenderete. Puedo traerte algo que es muy especial y que sin
duda le va a asombrar y enriquecer. Ese objeto, muy apreciado para mí, lo tengo
en casa, a unos cuantos kilómetros de este muy agradable lugar, aunque sería
más bello si no estuviera partido en dos para el tráfico de tantísimos
vehículos. ¿Por qué lo tengo en casa? La razón está en que nunca antes había
pensado en venderlo. Es algo que un camellero del Atlas me vendió hace algunos
años, junto a unos sabios consejos. Pero al verte tan ilusionado y pensativo,
he pensado que resultaría inteligente cedértelo. Vosotros, los jóvenes, que
tenéis toda una vida por delante, a buen seguro le vais a dar un mejor y
prolongado uso que el que daría un muy veterano mercader como yo. Además,
siempre que lo veáis y utilicéis, me tendréis en vuestra sana y vital memoria.
Soy consciente de que mis días sobre la tierra son cada vez reducidos en su
número. No lo olvides, aquí te espero mañana. No te defraudaré, lo aseguro”.
Al día siguiente, bajo un gratísimo sol invernal
del mediodía, Ishám extrajo de una gran bolsa de cuero anaranjado, un curioso regalo que, por su apariencia inicial,
necesitaba de una adecuada explicación para su mejor uso y beneficio. Consistía
una cajita cuadrada de recia y teñida madera, de unos 20 centímetros de
longitud, en cada uno de sus lados. No se podía abrir, por ninguna de sus
bases, ambas cerradas por dos vidrios transparentes e incoloros. A través de
estos cristales, se podía ver otro cristal interior, situado en forma diagonal que,
en apariencia, estaba algo más oscurecido. Ishám, poniendo la cajita frente a
los rayos del sol, explicó a Efra la “magia” que realizaba ese cristal
interior. Efectivamente, según la intensidad de la luminosidad y el motivo visual
que se trasluciera, la imagen visual que se contemplaba a través de esa cajita mágica se tornaba y evolucionaba en diversos
colores. Imagen que también se deformaba/distorsionaba adquiriendo otros
contornos y volúmenes.
Ese cristal interior permitía “desmontar, componer
y alterar la visión actual del paisaje. En ocasiones, duplicaba el motivo. En
otras, teñía de una brumosa nebulosa los contenidos, provocando un misterioso
difuminado. También emitía algunos destellos, a juego con los rayos del sol, invirtiendo
y modificando las tonalidades del espectro cromático.
“Con esta singular y única cajita le
vas a mostrar, a la persona que más quieres, no solo tu limpio amor, sino la
más útil y provechosa lección para la vida. Mi buen Efraín, lo que vemos y sentimos
lo pasamos por un “cristal invisible” que tenemos inserto no sólo en nuestros
sentidos corporales, sino en la bondad inmensa del corazón y en la racionalidad
de la inteligencia. Pero no debemos engañarnos. La realidad puede llegar a
nosotros en estado de descomposición. En consecuencia somos nosotros, con
nuestros valores, cultura y experiencia, quienes debemos reconstruir esa
realidad que otros, con egoístas, radicales e incluso malvadas intenciones,
intentan manipular, confundir y deformar. Esa alteración de la realidad, si no
sabemos recomponerla y “limpiarla” de falacias y tinieblas, nos empujará a cometer
errores, graves equívocos, provocaremos tristezas que incrementarán, a no
dudar, nuestros infortunios, haciéndonos infelices y desgraciados. Pero al
igual que este mágico cristal que te muestro y entrego, la bondad de nuestra
alma sabrá hacernos ver la luz y desechar el inútil y doloroso error de las
tinieblas”.
Efraín pagó unas agradecidas y modestas monedas por
ese valioso y original regalo, que entregaría a su amada Dafne en el día de
Navidad. Sin embargo, el bueno de Ish ám se dio por
satisfecho, pues había puesto un esperanzador granito de arena para esa gran duna
de bondad, inteligencia y verdad que el mundo, con tanta e insustituible
premura, necesita.-
MISTERIOSA E INTELIGENTE LECCIÓN, EN EL TENDERETE NAVIDEÑO DE ISHÁM.
José L. Casado Toro (viernes, 21 Diciembre 2018)
Antiguo profesor del I.E.S. Ntra.
Sra. de la Victoria. Málaga
No hay comentarios:
Publicar un comentario