viernes, 21 de diciembre de 2018

MISTERIOSA Y ÚTIL LECCIÓN, EN EL TENDERETE NAVIDEÑO DE ISHAM.

Un importante elemento ritual, que contextualiza la dinámica de estas encadenadas fiestas de Navidad y Año Nuevo, es el agradable y a la vez complicado gesto de regalar a nuestros semejantes. Resulta divertido regalar y recibir presentes, qué duda cabe. Pero ese elogiable comportamiento encierra en su propia naturaleza una serie de dificultades y problemas que a muchos se les antojan molestas, cansinas e incluso disuasorias. Primero, veamos el cuándo. ¿El día de Navidad o seguimos manteniendo la Noche mágica que antecede a la Mañana lúdica del 6 de enero? En segundo lugar, nos encontramos con esa mirada que focalizamos a nuestros armarios o a muchos rincones patrimoniales de nuestra privacidad. Con un poco de suerte y esfuerzo, llegamos a la conclusión de que tenemos de todo o casi de todo: ropa, zapatos perfumes, joyas, electrónicos, libros, juguetes, dulces, caramelos y bombones, material de papelería, relojes, cámaras fotográficas, bolsos, mochilas, tarjetas regalo, las últimas novedades en muñecas, la más moderna bicicleta o patinete… etc.

Es evidente que no podemos regalar lo mismo a un niño, a un joven, a un adulto o a una persona mayor. Pero en todas esas generaciones humanas o vitales, aparece la misma dificultad: ¿en dónde ponemos o guardamos la acumulación de todos los objetos que recibimos, cuando las viviendas en que residimos son cada vez más reducidas, tanto en espacio como en volumen útil? Y no olvidemos tampoco los días “frenéticos” posteriores al 25 de diciembre y, por supuesto, al seis de enero. Llega, generalmente para “los mayores” aunque también para los de menos edad, la cómica ceremonia “negociadora” de la devolución (en los comercios que lo permiten) de algunos o muchos de esos presentes recibidos y su intercambio por otros diferentes, en modalidad, función, talla o color.

En un lejano, pero siempre próximo en el sentimiento, concurso escolar, alguien escribió las siguientes y muy sensatas frases:


¿Y por qué no regalar a los niños un bolígrafo y una libreta o bloc, para el inicio prometedor de lo que podría llegar a ser un futuro escritor? ¿Y por qué no regalamos una acuarela o colección de botecitos témpera, para las ilusiones artísticas de un futuro pintor? ¿Pensamos en la virtualidad e importancia artesanal que proporciona un juego de maderas, chapones, martillo, clavos, alicates, sierra y algún tipo de cola, para construir cajitas u otras formas, en la habilidad primaria de un futuro carpintero? ¿No sería mejor un juego de plastilinas cromáticas, a fin de estimular la afición por el modelado de figuras diversas,  para ese futuro escultor? ¿Por qué desapareció de los escaparates y los catálogos de juguetes, aquella maravilla puesta al servicio de la imaginación y el juego, que se denominaba “El Mecano”? (Consistía este “juego” en un amplio conjunto de piezas metálicas, pintadas de verde y taladradas para la aplicación de tornillos y tuercas, con muy distintas formas y tamaños, según fuesen los niveles de aquel inteligente juguete, pues se vendía desde el más simple hasta aquellas cajas de piezas que eran verdaderas piezas de ingeniería) Con aquél inolvidable juguete de nuestras infancias se podía construir “todo” tipo de objetos y estructuras, tales como casas, sillas, mesas, coches, grúas, trenes, puentes, molinos, aviones etc. El libro o cuaderno que explicaba, paso a paso, la construcción de los objetos era sumamente didáctico y motivador).

Efraín Damial Ventura se halla profundamente enamorado de su novia, Dafne Claima Verdal. Ambos son estudiantes universitarios, cursando el primer curso del grado en Ciencias de la Educación. Han elegido la significativa y compleja especialidad de Maestro de educación especial. Admiran vocacionalmente el mundo de la infancia y quieren dedicarse profesionalmente a ejercer la sublime y difícil, pero  apasionante al tiempo, tarea de enseñar y motivar en valores el desarrollo de los que ellos denominan “niños difíciles“. Esos niños de respuestas complicadas, tanto por su carácter genético, como por las circunstancias desordenadas o desestructuradas del tensionado entorno en el que viven. 

Ambos jóvenes son los hijos menores dos familias modestas, honradas y trabajadoras, que gozan de una saludable y afectuosa estabilidad. El padre de Efraín, Lucio, es conductor de autobuses, en la Empresa Municipal de Transportes, mientras que el padre de Dafne, Adeodato, ejerce como administrativo en una gestoría ubicada en la zona centro de la populosa urbe malacitana. Efra tiene dos hermanos mayores, que se preparan para opositar para el Cuerpo de la Policía Nacional o, en su caso, el de la Policía local. La única hermana de Dafne, Liria, es telefonista, en una empresa de transporte urgente y mensajería.

Se acercan ya, con ímpetu acelerado, las siempre emotivas fechas de la Navidad. Efra, como tantos otros enamorados de su pareja, se halla inmerso en una pregunta recurrente que bulle por su cabeza con el “alocado” pero admirable espíritu y fuerza de su juventud. “¿Qué te podría regalar mi tierno amor, mi querida Dafne, que fuese algo original, tanto para la Navidad como para la fiesta de Reyes?” Le venía dando vueltas a este divertido interrogante durante los últimos días, pero sin llegar a una conclusión acertada que le complaciera en demasía. Fue haciendo el ritual normalizado de recorridos por los más significados centros comerciales de la ciudad, como el Centro Larios, las tiendas y franquicias ubicadas en la estación ferroviaria Málaga, María Zambrano, popularmente conocida como Vialia, por supuesto también visitó los grandes almacenes de El Corte Inglés, sin descuidar los incentivos que ofrecían el complejo comercial Rosaleda o el núcleo abierto de las numerosos establecimientos del centro urbano malagueño.

Sin embargo, a pesar de todo su paciente esfuerzo, no encontraba algo que resultara apropiado para la sorpresa de lo original. Se encontraba con regalos de un precio inasumible para su “precaria” disponibilidad económica y con otros artículos que Dafne ya poseía o que poco decían para los gustos de su amada. Es el eterno dilema de los regalos: ¿qué le pueda gustar por su originalidad (el carácter se Dafne priorizaba esta opción) novedad y utilidad? Cierto día, tras acabar el almuerzo, tomaba café en casa y uno de sus hermanos hizo alguna alusión a los regalos de Reyes. En ese momento su madre, Maximina,  les sugirió que se diesen una vuelta por el Mercadillo de la Artesanía instalado en el lateral norte del Parque malacitano, pues había muchas casetas y allí podrían elegir algún detalle bonito, con un precio apropiado a su disponibilidad, para dar la sorpresa a sus respectivas parejas. Lucio estaba de acuerdo con su mujer, añadiendo la conveniencia de que controlases bien los gastos pues los tiempos no estaban para dilapidar ese dinero que tanto esfuerzo cuesta conseguir. 
  
¿Los “puestos” del Parque? Este alegre y vital mercado navideño se halla instalado en el lateral norte del Parque malacitano junto al Puerto. Cumple su tradicional cita anual por estas entrañables fechas festivas, siendo muy apreciado por la ciudadanía, debido a la nota de color, alegrofertans zambombas y panderetas. Ademras infanciasía, mirada a la infancia y sentido artesanal del regalo que aporta en los días de Navidad y Reyes. Son más de cien los puestos instalados en habitáculos de madera, con reducido espacio individual, pero con un denso y variado contenido, dividido en tres significativas secciones. Una primera parte de los expositores está dedicada a la venta de elemento específicos para la Navidad: las figuritas y elementos para la construcción de belenes o nacimientos, con verdaderas obras artísticas que hablan del nivel artesano e imaginativo de quien las construye o modela. A continuación, aparecen los puestos dedicados a los elementos para las fiestas y celebraciones. Además de las zambombas y panderetas, básicamente ofertan artículos para hacer reír, a veces con bromas que pueden resultan molestas o de cierto calibre impertinente para quien recibe. Y ya por último, un importante porcentaje de estos atractivos comercios están dedicados a la venta diversificada de miles de productos artesanales, elaborados con piel, algodón, lana, madera y elementos metálicos, como materiales predominantes. Curiosamente, el plástico no es la materia prima elegida para la formación de estas laboriosas y admirables artesanías.

Efra iba pensando, mientras recorría unos y otros puestos, la suerte que había tenido en desplazarse a ese gran mercadillo para la imaginación y la destreza: allí había multitud de objetos realmente bellos, útiles, sugerentes y además con un precio muy meditado, para no ausentar o “asustar” a los posibles compradores. Sobre todas estas cualidades, priorizaba en sus deseos la siempre apreciada virtud de la originalidad. Precisamente Dafne, tenía la tarde comprometida con su madre Clotilde, a fin de preparar de manera adecuada la Noche de Fin de Año, con esas compras que siempre suelen dejarse para el último momento. En base a esta circunstancia tenía toda la tarde libre para tomar la mejor decisión, paseando una y otra vez por delante de los comerciantes y sus expositores. Llevaba ya sus buenos minutos por entre una marejada humana que como él también buscaban el entretenimiento o las compras por entre los puestos, cuando vio que, desde uno de éstos, un hombre mayor, con poblada barba y un turbante blanco en la cabeza parecía hacerle una señal.

Efectivamente, detrás del mostrador estaba una persona que acumulaba largos años en su cuerpo, ya bastante encorvado, epidermis bien curtida por los rayos solares y el paso de las hojas del calendario, con ojos legañosos que mostraban el cansancio que soportaban por su mucho uso pero que, sin embargo, traslucían o emanaban una transparente y sincera nobleza.

“Joven, gracias por acercarte. Te he visto pasar ya en un par de ocasiones y creo que tu rostro muestra una clara desorientación. Pienso que probablemente estás buscando algo y no creo equivocarme si eso que no encuentras es para ofrecerlo a una persona amada. Estoy seguro, por tus largos e inconcretos paseos, que no has encontrado ese presente que pueda hacer feliz y sonreír a tu compañera ¿Verdad? Pero no quiero ser descortés y debo antes presentarme. Este ya muy veterano mercader que tienes delante se llama Ishám. Procedo de Marruecos y nací en una hermosa ciudad, como la vuestra, que se llama Orán. En mi larga vida, me he ganado el sustento fabricando muchos objetos, como los que ves aquí presentes, aunque también hay mercancías que he comprado a otros, para después revenderlas. Son, las tienes delante, figuras y objetos de madera, prendas para vestir tejidas con lana, algodón, aunque también la piel es muy utilizada por su calidad y duración. Estas prendas lucen muy bellos colores, para el gusto de quien las usa. Tengo zapatos, babuchas y otros accesorios diversos hechos con la piel de los carneros, vacas, becerros e incluso camellos. Para las suelas utilizo el caucho que aumenta su seguridad. ¿No hay nada de lo que ves aquí que le pueda gustar a tu, sin duda, bella compañera? Por cierto ¿cuánto la quieres?”

Un tanto sorprendido por la fluida y amable locuacidad del apacible mercader, un comerciante bastante bonachón, Efra se vio obligado a explicarle que efectivamente buscaba un regalo que se caracterizara por su originalidad. Todo era debido a que Dafne, su muy amada novia, era una persona un tanto especial, pues prefería quedarse sin nada a tener un regalo que apenas “le dijera nada”. Además, su disponibilidad monetaria no era muy grande, pues él era un estudiante que dependía de la modesta economía familiar. “¿No tendría Vd. Sr. Ishám, algo especial cuya adquisición no me supusiera un elevado coste? En cuanto a mi cariño por ella, le aseguro que desde que me levanto por las mañanas, trato de hacerla feliz. Debo ser de esos espíritus románticos, de los que van quedando pocos por el mundo”.

Tras unos segundos pensando, el experimentado comerciante sonrió a su joven interlocutor. “Si te es posible, pásate mañana por este tenderete. Puedo traerte algo que es muy especial y que sin duda le va a asombrar y enriquecer. Ese objeto, muy apreciado para mí, lo tengo en casa, a unos cuantos kilómetros de este muy agradable lugar, aunque sería más bello si no estuviera partido en dos para el tráfico de tantísimos vehículos. ¿Por qué lo tengo en casa? La razón está en que nunca antes había pensado en venderlo. Es algo que un camellero del Atlas me vendió hace algunos años, junto a unos sabios consejos. Pero al verte tan ilusionado y pensativo, he pensado que resultaría inteligente cedértelo. Vosotros, los jóvenes, que tenéis toda una vida por delante, a buen seguro le vais a dar un mejor y prolongado uso que el que daría un muy veterano mercader como yo. Además, siempre que lo veáis y utilicéis, me tendréis en vuestra sana y vital memoria. Soy consciente de que mis días sobre la tierra son cada vez reducidos en su número. No lo olvides, aquí te espero mañana. No te defraudaré, lo aseguro”. 

Al día siguiente, bajo un gratísimo sol invernal del mediodía, Ishám extrajo de una gran bolsa de cuero anaranjado, un curioso regalo que, por su apariencia inicial, necesitaba de una adecuada explicación para su mejor uso y beneficio. Consistía una cajita cuadrada de recia y teñida madera, de unos 20 centímetros de longitud, en cada uno de sus lados. No se podía abrir, por ninguna de sus bases, ambas cerradas por dos vidrios transparentes e incoloros. A través de estos cristales, se podía ver otro cristal interior, situado en forma diagonal que, en apariencia, estaba algo más oscurecido. Ishám, poniendo la cajita frente a los rayos del sol, explicó a Efra la “magia” que realizaba ese cristal interior. Efectivamente, según la intensidad de la luminosidad y el motivo visual que se trasluciera, la imagen visual que se contemplaba a través de esa cajita mágica se tornaba y evolucionaba en diversos colores. Imagen que también se deformaba/distorsionaba adquiriendo otros contornos y volúmenes.

Ese cristal interior permitía “desmontar, componer y alterar la visión actual del paisaje. En ocasiones, duplicaba el motivo. En otras, teñía de una brumosa nebulosa los contenidos, provocando un misterioso difuminado. También emitía algunos destellos, a juego con los rayos del sol, invirtiendo y modificando las tonalidades del espectro cromático.

“Con esta singular y única cajita le vas a mostrar, a la persona que más quieres, no solo tu limpio amor, sino la más útil y provechosa lección para la vida. Mi buen Efraín, lo que vemos y sentimos lo pasamos por un “cristal invisible” que tenemos inserto no sólo en nuestros sentidos corporales, sino en la bondad inmensa del corazón y en la racionalidad de la inteligencia. Pero no debemos engañarnos. La realidad puede llegar a nosotros en estado de descomposición. En consecuencia somos nosotros, con nuestros valores, cultura y experiencia, quienes debemos reconstruir esa realidad que otros, con egoístas, radicales e incluso malvadas intenciones, intentan manipular, confundir y deformar. Esa alteración de la realidad, si no sabemos recomponerla y “limpiarla” de falacias y tinieblas, nos empujará a cometer errores, graves equívocos, provocaremos tristezas que incrementarán, a no dudar, nuestros infortunios, haciéndonos infelices y desgraciados. Pero al igual que este mágico cristal que te muestro y entrego, la bondad de nuestra alma sabrá hacernos ver la luz y desechar el inútil y doloroso error de las tinieblas”.

Efraín pagó unas agradecidas y modestas monedas por ese valioso y original regalo, que entregaría a su amada Dafne en el día de Navidad. Sin embargo, el bueno de Isha puesto un estupendo granito de arena lioso y original regalo para su amada Dafne. Sin embargo el bueno de Isham se dio por satám se dio por satisfecho, pues había puesto un esperanzador granito de arena para esa gran duna de bondad, inteligencia y verdad que el mundo, con tanta e insustituible premura, necesita.-

MISTERIOSA E INTELIGENTE LECCIÓN, EN EL TENDERETE NAVIDEÑO DE ISHÁM.


José L. Casado Toro  (viernes, 21 Diciembre 2018)
Antiguo profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga





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