viernes, 27 de febrero de 2015

MESA COMPARTIDA, EN UN SÁBADO NOCHE PARA LA MEMORIA.


Era sábado noche y se celebraba la festividad del Día de los Enamorados. No iba a resultar fácil encontrar un buen acomodo para cenar por el centro antiguo de Málaga. Los 14 de febrero, con su connotación comercial evidente, suelen ser propicios para que centenares y miles de parejas compartan bellas palabras, gestos intensamente afectivos, la agudeza en el mutuo intercambio de regalos y, por supuesto, una suculenta cena, en ese restaurante con encanto que todos tenemos bien anotado en la mejor agenda de la memoria. Sin embargo  me animé a probar suerte en un entrañable restaurante de comida italiana, al que suelo acudir con frecuencia, situado en plena Plaza de la Merced. Pero mis temores estaban bien fundamentados. La excelente temperatura nocturna había llenado las principales calles y establecimientos de un público variado, a fin de disfrutar de ese lúdico “finde” vinculado al día de San Valentín. 

La pizzería se hallaba abarrotada con gente de todas las edades. Me dirigí entonces al encargado del local para hacerle la consabida pregunta cuya respuesta era más que previsible. Con una amplia sonrisa, Mario hizo un gesto mímico evidente. Todas las mesas estaban ocupadas y aún había parejas en la barra esperando con manifiesta impaciencia su turno.  Sin embargo, sus palabras me hicieron concebir alguna posibilidad. “Espera, no te marches, que puede haber una solución”. Me entretuve mirando algunas de las fotos y murales que adornaban el coqueto recinto cuando, a los pocos minutos, volvió este buen profesional con un mensaje especialmente divertido. “En aquel ángulo del salón, junto a la cocina, hay una mesa que acaba de ser ocupada por una sola persona, que previamente había reservado. Es una chica más o menos de tu edad. Como la mesa es suficientemente amplia, me he atrevido a preguntarle si no le importaba compartir el espacio con un buen cliente de la casa. Para mi sorpresa, la joven me ha respondido que no tiene inconveniente. En el extranjero es bastante usual compartir las mesas, en las horas punta para las comidas. Si me acompañas, hemos resuelto el problema”. Desde luego, tratar con personas de esta categoría humana es poseer la gran suerte de tener una buena amistad. Sentía que iba a vivir una curiosa experiencia y allá me encaminé hacia la aventura, precedido por un confiado y satisfecho profesional de la hostelería.

“Buenas noches. Ante todo, darte las gracias por la generosidad que has demostrado. Soy asiduo cliente de este restaurante y el buen Mario ha tratado de echarme un capote, en un día tan complicado para cenar fuera de casa. Es que he salido del cine un poco tarde y al ver las calles tan animadas me dije, ´voy a intentar tomar algo´ aunque en una noche de celebración es muy difícil encontrar hueco en cualquier lugar”.

La chica, atendía mis palabras con una actitud entre sonriente y divertida. Mis nervios eran más que evidentes. Rápidamente comentó que no había problema alguno. A ella también alguna vez le había ocurrido algo parecido. Ambos pedimos sendas pizzas, una botella de agua, en su caso y un rioja para mí. Le sugerí que compartiéramos una de las ensaladas que mejor preparan en el establecimiento y así, poco a poco, comenzó a fluir un prolongado diálogo que resultó ameno desde el primer momento. Sin embargo, tras las primeras sonrisas, su rostro se vio también adornado por una mirada un tanto melancólica.  

“Bueno, yo sigo con mi trabajo, ya de varios años, en una perfumería muy conocida. Ahora me han enviado a la nueva tienda que hemos abierto en el puerto. Es una de las sucursales mejor montadas de la cadena. Y, su establecimiento, en ese lindo lugar, ha tenido muy buena aceptación. Y esta noche, tan significada por la celebración, me apetecía estar rodeada de mucha gente, aunque fuesen desconocidas. Así vas viendo los comportamientos de las familias y las parejas, percibiendo detalles muy simpáticos y curiosos. Te sientes como acompañada en medio de una gran familia de la que no sabes nombres o apellidos …..”

Elena, este era su nombre, por las razones que fuesen, necesitaba hablar y comunicar. En definitiva, abrir puertas a los silencios. Entonces me atreví a plantearle una pregunta, pecando tal vez de impertinencia aunque, para mi sorpresa, fue bien recibida y con sencillez respondida.

“No, continúo sin tener pareja estable. Lógicamente, están las amigas y he salido con chicos. Pero, después de una dura experiencia, no especialmente grata en mi vida, estos contactos, al principio esperanzadores, acaban por aburrirme y cansarme. Cuando te preguntas acerca de qué haces tú al lado de este u otro jovencito ……. Pues cierras ese camino al que no le ves futuro, de la mejor forma posible. Llegas a la convicción de que esa pareja no te motiva, porque no genera en ti esa fuerza imprescindible para la ilusión. Vuelvo a repetirte lo que antes te comenté. Los archivos de la memoria me hacen ser especialmente prudente en las exigencias. Ya viví una injusta realidad. Y eso acaba marcándote. Sin embargo hay que ser positiva. Es lo mejor. Aquello ya pasó.  Por cierto, a ti, ¿cómo te va ……. Gonzalo?”

Conseguí unos segundos o minutos de respiro, tomando energía sorbiendo un buen trago de la copa. Ambos estábamos entretenidos con nuestras pizzas mientras que, a nuestro alrededor, un heterogéneo batiburrillo acústico ensordecía la nitidez de las palabras. Cada una de las mujeres presentes lucían, junto a sí, una rosa roja, gesto simpático del establecimiento, aunque algunas de las mismas estaban acompañadas por otras flores o regalos elegantes, entregados por sus respectivas parejas. Me fijé, expresamente, en un matrimonio joven. Ella estaba dando de comer cucharadas de potito a su pequeña hija que, incorporada en el carrito, observaba con atención  todo lo que sucedía a su alrededor, mientras que él, centraba la atención en su plato, “devorando” el generoso contenido de pasta enmadejada con salsa de tomate.

“Bueno, en mi caso, como en el de tantos otros, trato de ir organizando o construyendo el paso de los días, con esa aventura que iniciamos cada una de las mañanas al despertarnos. He cambiado varias veces de trabajo. En ocasiones por iniciativa propia y, en otros casos, por necesidades de la empresa donde estaba. Mi peritaje industrial me permite diversificar y encontrar muchas cosillas en el campo de lo electrónica, especialmente. También he estado haciendo cosas en la construcción e, incluso, en una empresa de correo urgente. Así nos vamos ganando el pan como dicen algunos ….. Si te refieres a lo afectivo, nada serio en ese campo. Uno liba en distintas flores pero, hasta que no encuentras el jardín adecuado, las relaciones son superficiales, teatralizadas y con unos horizontes abocados a lo ocasional y rutinario. Ya ves, en esta noche programada para el amor, en medio de tantas parejas “felices”, aquí estoy  ….. buscando una mesa donde encontrar acomodo y justificación”.

Dos cafés, uno con algunas gotitas de leche, pusieron fin a esa peculiar cena compartida entre dos seres solitarios, en medio del bullicio general. Gonzalo quiso pagar la cuenta pero Elena, aún agradeciéndole el gesto, consideró y rogó que era mejor que dividieran el coste correspondiente. Ante la mirada silenciosa de su interlocutora, Gonzalo quiso poner un buen  fin a esa peculiar situación que ambos habían protagonizado. Antes de abandonar el local, sus sinceras palabras aportaron luz y recuerdo para la memoria.

“Cinco años ya …. ¿verdad Elena? Mario aún no trabajaba en este restaurante. Precisamente fue aquí donde nos conocimos, en unas circunstancias muy parecidas a las que esta noche los dos  hemos querido recuperar. Nuestro flechazo fue también aquel 14 de febrero del 2010. Y han pasado ya cinco largos años. Tu y yo nos íbamos a comer el mundo, con nuestro amor y una confianza recíproca a prueba de todo. Estuvimos tan unidos…. pero yo rompí y masacré tu fe en mí. Esa infidelidad que llevé a cabo, tan alocada, humillante y penosa para ti, fue un desafortunado error por el que hay que pagar. ¡Y a qué precio!. Tu no merecías aquel comportamiento innoble que tuve con tu bondad y confianza. Todo acabó rompiéndose de la manera más infantil e injusta. Por mi irresponsabilidad. Es mi carácter ….. Pero hoy has sido muy generosa aceptando esta teatralización que me ha hecho recordar tiempos inolvidables. Probablemente a ti también te ha debido agradar nuestro reencuentro. Aunque comprendo que ha tenido que resultarte difícil rememorar aquellos momentos en los que parecía que todo iba a irnos muy bien. Bueno, al menos, hemos plantado cara a la soledad. Aunque haya sido en una noche tan romántica para las parejas y el amor. Es complicado recuperar el tiempo perdido. Y los errores dejan huella. No quiero olvidarte. Nunca te olvidaré. Gracias Elena, por haber compartido conmigo este ratito para la memoria”.

“Entiéndelo, Gonzalo. Ya nada sería igual. La amistad permanecerá a poco que nos esforcemos a ello. Yo tampoco te he borrado de mis recuerdos. Pero, este espacio de mi vida no puede ser ocupado por quien en su momento renunció a su oportunidad. La amistad también es un valor muy hermoso si lo sabemos cuidar con delicadeza”.

Tras dos besos de fraternal despedida, Elena y Gonzalo tomaron caminos diferentes a través del poliedro urbano que conforma la ciudad. La noche estaba regalando una intensa humedad. Aunque sin lluvia, los suelos estaban mojados y resbaladizos. Antes de salir del restaurante, Mario se acercó a la pareja y les dijo una significativa frase: “Amigos, espero veros juntos muchas más veces por aquí. Nunca os faltará una buena mesa. Eso corre de mi cuenta”. Tanto él como ella respondieron  al servicial  encargado del establecimiento con una silenciosa y afectiva sonrisa. 

Ya en casa, Gonzalo repasó las fotos que había tomado durante la tarde. Al ver de nuevo a la chica rubia de la guitarra, recordó las breves, pero dulces, palabras que había intercambiado con ella. Una fuerza irrefrenable le impulsaba a volver mañana al mismo lugar. Quizá también ella hiciera lo mismo y podría verla de nuevo. Su voz y su frágil figura tal vez compensarían la rudeza escénica que acababa de representar ante su antiguo amor.  -


José L. Casado Toro (viernes, 27 febrero, 2015)
Profesor

viernes, 20 de febrero de 2015

OCHO MOTIVOS, EN LA DESAFECCIÓN POLÍTICA DE LA CIUDADANÍA.


Durante los próximos meses, los ciudadanos españoles vamos a tener la oportunidad de manifestar nuestra opinión a través de las urnas. Al margen de que pueda ser más o menos útil esa papeleta que hemos elegido, a fin de señalar a todos aquellos que han de tomar importantes decisiones que de una forma u otra nos afectarán, objetivamente no debería ser motivo de enfado el que te inviten a participar en el democrático evento. Ciertamente, la pregunta sobre quién debe gobernar nos llega con la temporalidad cíclica de cuatro años. O tal vez menos, en alguna ocasión. Además, te impiden señalar a personas concretas. Salvo en la cámara senatorial, has de votar a la globalidad del grupo político. Es lo que se llama listas cerradas, en oposición a lo que sería más saludable, en el caso opuesto de las listas abiertas. Pero, al menos, la escenografía electoral te ofrece la posibilidad de dar tu opinión de una manera democrática. Otra cosa bien distinta es el tema o cuestión, decisivamente importante, acerca de la credibilidad que nos merece el conjunto de la clase política. Probablemente, esa credibilidad en quienes nos gobiernan está bajo mínimos. Los políticos, con su lamentable y desacertado comportamiento, se han ido ganando a pulso nuestra profunda falta de fe en todo aquello que bien o mejor habrían de representar.

En estos futuros comicios, las ofertas electorales son ideológicamente contrastadas. Entre todas ellas, tenemos a nuestra disposición, una primera opción. La decisión de no acercarse a votar. Discutible, pero legítima. Dedicar esos domingos a visitar y gozar de la naturaleza, por ejemplo. Sería una forma de decirles, a esos que dicen representar a la cosa pública, lo desafortunado de su acción global. Una abstención de muchos millones de votantes, sería un nítido mensaje reprobatorio de la ciudadanía. En esta misma línea, igual de legítimo pero más democrático, tenemos una segunda opción. Acudir a ejercer el derecho al voto, pero hacerlo con el sobre vacío. Es lo que se denomina votar en blanco. Millones de votos en blanco, a no dudar, señalaría claramente nuestro descontento por la forma de ejercer el gobierno y la acción política que, en general, la ciudadanía padece con encomiable resignación. Y, en tercer lugar, puedes votar por el grupo político que menos rechazo te produzca. Y se utiliza esta dura expresión porque, salvo los fanáticos y sectarios de siempre, pertenecientes a todo el espectro ideológico, para la gente más sensata y sosegada es complicado, muy complicado, optar con entusiasmo por un grupo político en las actuales circunstancias. Decía un amigo: “yo voy a votar en contra de los que están en el poder. Sin embargo, debo aclararte, que llevo una pinza de la ropa en mi bolsillo. Tal vez tenga que utilizarla cuando elija una papeleta determinada, pues no me gusta votar en blanco”. Creo que la frase no tiene desperdicio.

En este contexto, cabe preguntarse, con serena inteligencia, acerca de las causas que han ido provocando esta desafección de la ciudadanía, con respecto de aquellos que dicen trabajar por la cosa pública, por el bien general. Para ello, un viejo lobo del periodismo va a salir a la selva sociológica, a fin de preguntar el porqué, las causas y los motivos de esta dura percepción que tantas personas mantienen. Sintetizará y resumirá las más repetidas, entre todas las respuestas aportadas.

CONSTANTE ENFRENTAMIENTO entre aquellos que debieran dar el mejor ejemplo para una cívica concordia. La ciudadanía asiste, estupefacta y cansada, a esa palabrería barriobajera que se arrojan los unos a los otros, descalificando todo lo que hace el contrario sin el menor atisbo de aplauso para las decisiones que han sido buenas y positivas. Lo más burdo del caso es que muchos de esos desagradables enfrentamientos forman parte de una teatralizada puesta en escena de los políticos, pues hay que dar carnaza a los fanáticos que les sirven de sustento. Ese “Y tú mas” hace que la imagen corralera que asumen sea más que manifiesta y desagradable. Una cosa es discrepar, discutir y contrastar. Ello está en la naturaleza del debate. Y otra, bien distinta, la reprobable y acústica descalificación hacia todo aquél que no piense como yo y mi grupo.

INEFICACIA para solucionar los problemas. El ciudadano desea que sus necesidades diarias, primarias y directas, sean resueltas, mejoradas o agilizadas con la mayor diligencia. Sufrir que una importante arteria viaria en tu ciudad esté cerrada al tráfico por obras, durante más de tres años, es insoportable y muy difícil de comprender. Comprobar que las aguas que bañan tus playas sigan sucias, verano tras verano, demuestra esa ineficacia e incompetencia de que hacen gala los políticos. Ver que en el espacio donde se va a construir un auditorio para la música sólo exista un viejo cartelón anunciador, con casi una década de antigüedad, nos desalienta e indigna. Tampoco se explica que sólo determinadas calles de tu ciudad sean limpiadas cada día y tenga presencia en ellas la seguridad pública, mientras que la mayoría urbana permanece en el mayor abandono de su gestión. Y si te pones enfermo, habrás de enfrentarte con listas de esperas de muchos meses, a fin de que tu problema de salud sea adecuadamente tratado por los especialistas. Esta serie de ejemplos podría hacerse interminable, como penosa muestra de la ineficacia y desidia de nuestros gestores.

COMPORTAMIENTO DESHONESTO, especialmente, con el uso de los caudales públicos, el dinero de todos. Caudales que proceden del sacrificio tributario que la mayoría de la ciudadanía afronta, con esfuerzo y responsabilidad. Ver como te están “robando” tan ilustres prebostes, con la mayor impudicia, hace que pierdas la fe, cuando no el rechazo, en el sistema que gestiona nuestros intereses colectivos. Efectivamente los tribunales de justicia se esfuerzan por corregir esos comportamientos delictivos de los dirigentes públicos. Pero lo hacen con tal lentitud y, a veces, con penalizaciones tan nimias, que tu propia confianza en esos tribunales se va debilitando de manera paulatina. Y lo más insoportable es percibir como esos cualificados dirigentes, que utilizan en beneficio propio el dinero de todos, parece como si se estuvieran riendo del modesto contribuyente. 

PRIORIDAD EN LOS INTERESES DEL PARTIDO. Por mucho que se les llene la boca de palabras bonitas, te das cuenta que para ellos el partido, su partido político, tiene que estar por encima de cualquier otra consideración. Para ellos, lo primero son las siglas de la organización a que pertenecen. Todo lo demás es secundario. Vemos a dirigentes deshonestos que, incluso después de haber sido penalizados por la justicia, son protegidos, justificados, apoyados y mantenidos, porque ….. tienen el carnet del partido. A veces, incluso utilizando los argumentos más inverosímiles y absurdos. Muchos piensan que actúan como si fuesen una secta, por encima del bien y del mal. Probablemente, no andan equivocados en tal apreciación.

FALTAR SISTEMÁTICAMENTE A LA VERDAD. Ya no es que exista, o se tolere, la legítima controversia ante determinados asuntos o el posicionamiento de cada cual ante los mismos.  Aquí el problema es que se miente con el mayor descaro. La manipulación de los datos, la tergiversación de la información, el decir un día una cosa y al siguiente mantener todo lo contrario, los increíbles argumentos expuestos a la ciudadanía a la que parecen considerar como imbécil o analfabeta, son practicas más que habituales en el quehacer de esos voceros o fontaneros de la política. Tal vez ellos sí se crean o piensen la paradoja de que sus mentiras son verdades. Los unos y los otros.

USO INADECUADO DE NUESTROS IMPUESTOS. Soportamos y sufrimos ver cómo nuestro dinero se “tira” en la construcción de obras faraónicas, para la mayor gloria del preboste de turno. Paralelamente, la atención sanitaria se empobrece. Los servicios educativos se degradan. La atención a la tercera edad o a la dependencia, se posterga. La patética imagen de esas largas colas, por conseguir un bocadillo o un poco de comida para la subsistencia, ante las instituciones benéficas, avala perfectamente el inapropiado uso de nuestro esfuerzo tributario. Se gastan millones y millones en museos, cuando el principal existente en la ciudad permanece cerrado. Se pagan costosos alquileres, cuando yacen en el abandono numerosos edificios públicos. Se construyen aeropuertos en los que no aterrizan aviones. Y así una larga lista de desafueros absurdos.

EL SERVILISMO A LAS INSTITUCIONES BANCARIAS Y FINANCIERAS. Se derivan millones y millones de euros, extraídos de los fondos públicos, para sanear un sistema financiero puesto al entero servicio de uno pocos  (los de siempre).  Precisamente son esas instituciones financieras privadas las que, con su egoísta y demencial política, han sumido al mundo en una crisis económica de tal gravedad que nunca se borrará de los libros de Historia. La percepción de que nuestros gobernantes están al servicio de las empresas bancarias y financieras privadas, es una imagen que descalifica y degrada nuestra fe en un sistema sometido “religiosamente” al capital.

Y ¿DÓNDE HALLAMOS EL SENTIDO DE ESTADO? Un buen político debe poseer y aplicar, entre su ideario conceptual de valores y en un lugar preferente, ese criterio de Estado ante los grandes asuntos que afectan a los ciudadanos, objetivo básico de la administración y la gestión política. Esos asuntos prioritarios, por encima de los intereses partidistas, son fáciles de concretar: la sanidad; la educación; el sistema tributario; la justicia; el empleo; la seguridad, la tercera edad. Habría otros temas, también muy importantes. Pero los aquí citados son, por su naturaleza básica, prioritarios. Los partidos y sus dirigentes deben hallar formulas de diálogo para pensar juntos, facilitando que esas modalidades que sustentan nuestra convivencia encuentren puntos de encuentro para el beneficio lógico de la mayoría ciudadana. La sanidad o la educación no deben ser nunca “proyectiles bélicos” en la lucha por el voto electoral. Pero la realidad del día a día, nos muestra que hacen todo lo contrario.

Probablemente, si aquellos que se dedican a la actividad política atendieran con generosidad a todas o a algunas de las consideraciones expuestas, la actitud de rechazo por parte de la ciudadanía cambiaria. No va a resultar un proceso fácil, pues la consolidación en los partidos políticos, durante décadas, con sus comportamientos inadecuados o reprobables, ha creado un blindaje de incredulidad en la masa social gobernada. Pero todos los edificios deben ser cimentados si pretendemos que no se derrumben. Y ese cambio de percepción o desafección debería ser trabajado desde unos pilares éticos que, en en definitiva, son valores. Valores en el grupo y, como consecuencia, en las personas que los integran. Pero ¿tenemos un mundo, una sociedad, donde prevalezcan los mejores valores?

A pesar de todo lo expuesto, el ciudadano goza de la facultad en poder elegir la papeleta electoral que estime más conveniente. O no hacerlo. Desde luego va a ser un año muy propicio para templar voluntades, conciencias y, especialmente, el recto sentido de la inteligencia.-


José L. Casado Toro (viernes, 20 febrero, 2015)
Profesor

jueves, 12 de febrero de 2015

FLORES, LIBROS Y PALABRAS, PARA UN DÍA MUY ESPECIAL


Aquella mañana, Ania había acudido muy temprano al establecimiento del que era copropietaria, situado cerca de la emblemática plaza malacitana donde Pablo R. Picasso vio la luz a la vida. Aparte de los puestecillos ubicados en ambos laterales de la Alameda principal, no abundan en nuestra ciudad los comercios dedicados, de manera específica, a la venta de flores. Siempre he pensado que existen dos tipos de tiendas significadas con nuestra gratitud y admiración, en función del delicado producto que en ellas se ofrece a la clientela. Ver en las estanterías, o en los escaparates que miran a la calle, la oferta de ese bello espectáculo representado por los libros o las flores, supone la mejor imagen que podemos hallar en nuestra búsqueda de vida y belleza. Aunque sea a través del intercambio comercial en el que estamos necesariamente inmersos. Sin embargo no resulta frecuente encontrar un comercio como el de Ania y Mara, quien sumando dos licenciaturas en Arte y en Literatura, decidieron un buen día montar este curioso y sublime negocio donde precisamente se hermanan libros y flores. Ania con Mara, su amiga de siempre, se embarcaron en una aventura financiera y mercantil que, hasta el momento les ha permitido ir afrontando, relativamente bien, los préstamos bancarios que en su momento tuvieron que negociar.

Mara suele ser más “remolona” en eso de aprovechar al máximo los minutos del descanso, arropada entre sábanas. Aunque durante el quehacer de cada jornada sabe suplir, con generosidad y eficacia, su frecuente retraso matinal con una intensa y esmerada dedicación a la tienda, más all,uple con generosidads nada, sabe suplir su retrase matinal con una intensa dedicaci ya durante el quehacer de cada jornada, ellá de la hora en que cierran la atención al público visitante. En este sábado de febrero, Ania quiere dar los últimos retoques decorativos a ese gran escaparate de que disponen con vistas al Teatro Cervantes. Sabe que este sábado va a ser un día muy intenso de paseantes en la zona, dado el espectáculo orquestal que está programado en el cercano coliseo escénico. Además es fin de semana, lo que potencia la ilusión de la gente, mayores y jóvenes, para salir y disfrutar de la calle y sus tapeos. Y es que hoy es un día muy especial. El calendario marca la fecha del 14 de febrero, San Valentín, que siempre sabe arrancar sonrisas, buenas palabras y algún regalo en la mayoría de los corazones.

Efectivamente tanta acumulación de celebraciones en los almanaques, restan magia y encanto a lo que debía ser una fecha ilusionada para renovar sonrisas y cariños, al margen de los difícilmente evitables condicionamientos y servidumbres comerciales. Por supuesto que sí. Todos. o casi todos de los días que tenemos en el año, deberían estar abiertos al amor. Amor a la vida, a la naturaleza, a los valores, a la alegría, a nuestro trabajo, a nuestros caprichos e ilusiones, a la esperanza, a nosotros mismos y, también, a  todos aquellos que comparten nuestro rol como humanos en esa existencia que nos ha sido dada. Amor a las pequeñas y grandes cosas que tratan de explicar ese misterio escénico en el que participamos colectivamente, entre cada amanecer y amanecer en los días. El día de san Valentín, patrón de los enamorados. Una fecha para renovar tantos comportamientos opacos y palabras adormecidas. Y queda bien ese regalo insignia al que nos somete la servidumbre comercial que nos hemos dado como rito, para que todo esto funcione.

Serían sobre las diez y pico, cuando un primer cliente entró en la tienda. Se trataba de un hombre que rondaría los cincuenta, en edad. Elegante abrigo, chaqueta y corbata, todo con tonalidad gris azulada, junto a unos zapatos negros de puntera redondeada, tipo británico. Este primer cliente se quitó su sombrero como gesto de respeto a las dos propietarias que, en aquel momento, ordenaban unos macetones de flores y un expositor de libros para la autoayuda, respectivamente. Se dirigió expresamente a Ania, sin ocupar más tiempo en repasar los productos que tenía a su disposición.

“Hola, buenos días. Deseaba algo especial para regalar en el día. Me he fijado, al pasar ante el escaparate, que ofrecen un servicio urgente de reparto a domicilio. Sobre todo deseo que las flores que Vd. perfectamente sabrá elegir, mucho mejor que yo, vayan cuidadosamente presentadas, pues se trata de una persona muy sensible y afectiva en mi consideración y cariño. Me permito aclararle que, a través de nuestra convivencia (va ya por cuatro años desde que enviudé) sé que siente una especial atracción por los tonos celestes y malvas. Lo digo por si puede priorizar flores con esos colores en el centro o ramo que a buen seguro tan bien sabrá prepararme. Le voy a dejar nuestra dirección para la entrega, a ver si es posible que sea a partir de las tres, hora en que mi pareja estará en casa, tras la vuelta del negociado donde trabaja. Por cierto ¿tienen tarjetas, donde pueda escribir algún bonito texto o dedicatoria, para adjuntar a las flores?”

Una vez que el ilusionado cliente escribió su larga misiva, pagando los servicios correspondientes, abandonó el establecimiento, con la apariencia de serena felicidad en el rostro. Conocía, sin duda, la alegría que su pareja recibiría por ese detalle tan sensible y afectivo. Ania reparó en que este señor había olvidado cerrar el sobre con la tarjeta. Pudo más su curiosidad sobre la necesaria prudencia o respeto acerca del contenido del texto, escrito con cuidada caligrafía en una romántica cartulina rosa que ella le había facilitado.

“Mi querido amorcito, Ramón. Nunca supe lo que era el verdadero amor, hasta que el destino quiso unirnos. Fue en aquel inolvidable verano, sobre la cubierta del barco. Desde el primer momento, tu belleza y esa mágica sonrisa me cautivó. Eres la única razón de mi vida. Hasta que te conocí, no era consciente de mis verdaderos sentimientos. Gracias por haber puesto amor y esperanza en mi existencia. Tu dinamismo e ilusiones rejuvenecen mi madurez. Nuestra atracción debe ser como el aroma y color de estas flores que alegran y ennoblecen la vida. Con todo mi amor y necesidad, tu Pablo”.

Ya a partir de las once, la mañana se fue animando con la entrada en la tienda de un público variado, en edad y género, que buscaba ese recuerdo agradable para regalar a un ser querido. Porcentualmente, la venta de libros o de flores tuvo un claro desnivel a favor de la segunda opción aunque, a lo largo de la tarde, la venta de libros con encanto, por su contenido y también formato, fue adquiriendo un nivel muy saludable, desde un punto de vista comercial.

Poco antes de las dos de la tarde, atravesó la puerta una señora mayor, muy bien arreglada en su atuendo (iba cargada de joyas y “regada” con un perfume que embriagaba) desarrollando modales y gestos escénicamente muy ceremoniosos. Se trataba de una mujer de intensa locuacidad, el típico caso de aquellas personas que buscan un público o auditorio que esté siempre presto para escucharles. Tras diseñar exactamente el tipo de ramo de flores que deseaba comprar, verdaderamente espectacular por su hermosura y su base romántica, solicitó un servicio de envío urgente, a fin de que fuese entregado entre las siete y las ocho de la tarde. No había problema con esta premura temporal, pues Ania y Mara tenían concertado este reparto urgente con una modesta empresa local pero de resultados muy satisfactorios en la gestiones de transporte que realizaban.

Lo más curioso del caso fue cuando Ania rellenó un pequeño volante con los datos de Adela, para el servicio de entrega. Al preguntarle a la clienta el nombre y dirección de la persona que iba a recibirlo, comprobó que eran los mismos datos del DNI de su interlocutora, documento que tuvo que solicitar al tratarse de un pago con tarjeta de crédito. Ante su extrañeza, Adela le explicó en voz baja (había otras personas en el establecimiento, que efectivamente era ella misma la que se enviaba el vistoso ramo de rosas, calas y lirios.

“Verá, señorita, es que esta tarde vienen a merendar a casa mis amigas de siempre. Yo soy soltera pero, desde hace unas semanas, me he creado una historia de amor ante estas amigas, diciéndoles que tengo un pretendiente. Entonces he de seguir con esta historia del admirador enamorado ante ellas. La festividad de este día me resulta perfecta, a fin de continuar la pequeña y divertida travesura que me he creado. Mis amigas están llenitas de envidia al pensar que hay por ahí un admirador oculto con el que me veo. Entonces la llegada del ramo de flores, con la dedicatoria que va en la tarjeta, servirá para demostrar que aquello que les he ido contando corresponde a la realidad. Entiéndalo como una pequeña broma, pero dos de estas señoras, que son un par de arpías, se lo merecen”.

Ania se quedó asombrada al conocer el razonamiento de la clienta. Con una gran sonrisa, le dio a entender que no tenía por qué preocuparse, que el establecimiento era muy discreto con la intimidad de los clientes. Adela agradeció estas palabras y se marchó mostrando ese porte ampuloso que le identificaba. Parecía querer aparentar una elegancia de clase, aunque los inapropiados tacones de aguja en sus zapatos dificultaban el buen equilibrio de su más que generosa y veterana humanidad. 

Y así fueron avanzando las horas de este afectivo sábado, inserto en los almanaques para corazones y sentimientos cercanos. Las anécdotas y curiosidades simpáticas no faltaron en toda la jornada. Entre todas ellas, para bien finalizar este relato, será positivo recordar a una joven pareja de adolescentes que sobre las ocho de la tarde estuvieron un buen rato curioseando entre los expositores de los libros. Al final, el pequeño ejemplar elegido, para regalar a la joven, era un poemario titulado Como mejor decir te quiero, escrito por una escritora de nacionalidad india. Fueron atendidos por Mara quien al indicarle al chico su costo, en pocos segundos se dio cuenta de que éste no llevaba el dinero suficiente. Rebuscaba y rebuscaba entre su cartera y monedero, contando los euros de que disponía. Sumaba nueve con setenta euros, cuando el precio del volumen llegaba a los doce. “Bueno, vamos a dejarlo. Voy a buscar otro librito que sea un poco más barato. Es que a ella le gustaba mucho y …..” Ania y Mara se intercambiaron una sonrisa, ante la rostros sonrojados de los adolescentes. Con un gesto rápido, Mara envolvió ese volumen y, junto a una rosa roja, lo entregó al chico que a su vez se lo dio a su compañera con un beso. Recogió los 9.70 € diciéndoles:

“es suficiente. Lo importante es que, hoy y siempre, ambos os sintáis unidos. Estoy segura que, algún día, también él sabrá hacerte muy bonitos poemas”.


José L. Casado Toro (viernes, 13 febrero, 2015)
Profesor