Con
la inmediata llegada del otoño se abre un nuevo ciclo (el séptimo, ya ¡buen
número!) para esta serie de reflexiones, relatos y aportaciones que van
llegando a muchos ordenadores, cada uno de los viernes del año. Compartir el
contenido de estos artículos es una acción razonablemente positiva, tanto para
el remitente que los elabora, como también para el destinatario de los mismos
que tiene a bien recibirlos. La técnica on line hace posible esta “mágica” comunicación
que puede gustar más o menos, según el tiempo disponible y los intereses de
cada cual pero que, muy probablemente, a la mayoría puede enriquecernos. Y ya
es una tradición que, para el primer viernes de septiembre, el contenido de ese
nuevo artículo esté dedicado a la trascendente temática de la educación y el
aprendizaje. Comienza un nuevo curso escolar y,
al tiempo, iniciamos, con decisión y prudencia, la siguiente etapa o aventura
en estos escritos para la amistad.
No resulta
fácil enseñar. Tampoco lo es, aprender. Pero uniendo la mejor voluntad del profesor
o maestro, junto a la actitud receptiva y colaboradora del alumno, ese milagro
se hace real, haciendo posible que las nuevas generaciones avancen en la asunción
e integración de conocimientos, destrezas y hábitos
educativos. Tanto en el marco de lo individual, como en la socialización
humanística de lo colectivo.
Las
reflexiones que a continuación se plantean
van dirigidas, de manera específica, a los profesores. No es que hayamos
olvidado la decisiva importancia que tiene la institución familiar en la
formación de los niños y los adolescentes. Pero, en esta oportunidad, el plano
de referencia va a estar centrado en la tarea, abnegada y ejemplar, de aquellos
que han decidido ejercer el admirable magisterio docente. Hermosa actividad que,
si en diferentes épocas ha estado condicionada por la dificultad, hoy día sigue
afectada por no pocos determinantes que hacen complicado mantener ese ánimo
imprescindible para la profesionalidad y vocación docente y, también,
educativa. Familia, Administración,
contexto social, recursos
disponibles, jerarquización de valores, alternativas mediáticas y tecnológicas….. son
elementos que, de una forma natural e imprescindible, interactúan creativamente
en la formación del niño y del joven.
Los
párrafos de este artículo de opinión quieren hablar, pretenden repasar, con un
planteamiento muy resumido, sobre un conjunto de actitudes y objetivos que todo
buen profesor en modo alguno debería postergar. Al menos, la reflexión sobre lo
obvio de su contenido debe abrir un punto de debate que permita enriquecer,
cualitativamente, esa labor o servicio que, de forma voluntaria, han decidido
desarrollar (siempre que alcancen la suerte y la oportunidad de poder llevarlo
a cabo). Obviamente el que escribe no es ajeno a la compleja temática acerca de
la que, con respeto y prudencia, opina. Vivir la atmósfera sublime de las aulas,
durante muchos años, avala el esfuerzo expositivo que prosigue. El orden expositivo
de estas aportaciones no implica, bajo ningún concepto, una jerarquía previa en
la importancia de lo que se manifiesta.
1. MOTIVAR LA NECESIDAD DE APRENDER. Esa aportación
anímica resulta imprescindible a fin de superar dificultades y desánimos en la
recepción e integración de los contenidos curriculares. Conocer bien a los
alumnos posibilita alcanzar más fácilmente la aludida actitud positiva para el
trabajo, dentro y fuera del aula.
2. ATENDER AL PRINCIPIO DE DIVERSIDAD. Resulta evidente
que la situación de partida que presentan nuestros escolares es bastante
heterogénea. No es una decisión inteligente bajar el nivel de exigencia. Pero tampoco el
de acomodarlo al de aquéllos otros que mejor disposición ofrecen al
aprendizaje. Habrá que tener en cuenta la realidad de partida de unos y otros
alumnos. Y así, un día tras otro.
3. APLICAR, EFICAZMENTE,
LA EVALUACIÓN CONTINUA. El trabajo de todo un curso no te lo
puedes “jugar” sólo con los últimos exámenes de junio. Ese planteamiento pecaría
de injusto. En la evaluación continua no se debe tener en cuenta sólo las
pruebas escritas, sino también otras muchas e importantes variables. La labor
del propio docente no debe quedar excluida, bajo ninguna premisa, de esa
autoevaluación que debe ser responsablemente periódica.
4. ENSEÑAR A APRENDER. La clase magistral no puede
ser “condenada” sin más. Su utilización, dosificada, siempre resulta necesaria
Pero es inexcusable que el propio alumno no aprenda a descubrir, por si mismo,
muchos de los objetivos del aprendizaje. Puedes dar una limosna pero ….. ¿por
qué no enseñar a ese “necesitado” a pescar o a sembrar para su sustento?
5. INVESTIGAR LA SITUACIÓN INTEGRAL Y GLOBAL DEL ALUMNO.
La realidad personal de nuestros escolares puede ayudarnos a elegir estrategias
que mejor faciliten su integración, evolución y maduración intelectiva. Cada
dato que se conoce de una persona es como una luz que ilumina la opacidad de
una habitación sumida en la penumbra o en la oscuridad.
6. AUTOCONTROL NECESARIO ANTE LAS DIFICULTADES.
Perder los nervios no conduce a nada. Todo lo contrario, agudiza el
desencuentro y degrada la autoridad moral y el prestigio que los profesores
debe esforzarse en mantener. Por supuesto que, ente determinados hechos,
resulta muy difícil mantener el equilibrio y la frialdad. Pero, en esos
momentos, debe prevalecer la frialdad inteligente sobre los cálidos impulsos
del sentimiento.
7. UTILIZAR LOS RECURSOS DIDÁCTICOS MÁS ADECUADOS PARA CADA
SITUACIÓN. Además del libro, el encerado y la tiza, existen las
posibilidades informáticas, mediáticas, las visitas de estudio, los juegos de
simulación y otras muchas metodologías, atendiendo a las características de
cada materia y temática específica. Y, por supuesto, la convicción de la
palabra y el mimetismo del comportamiento.
8. AUTORIDAD Y AMISTAD NO DEBEN SER INCOMPATIBLES. Como
casi todo en la vida, el equilibrio y punto medio es la medida más inteligente
para que el profesor se haga con el control grupal. Sin duda, es más eficaz el
diálogo constructivo, la sonrisa y la mirada a los ojos, que ese grito o
aquella sanción desmedida que va derribando los puentes de contacto hacia la
proximidad intergeneracional.
9. EVALUAR TAMBIÉN LO POSITIVO. Cuando se corrigen
ejercicios, se destacan básicamente los errores. ¿Por qué no se ha de tener en
cuenta los aciertos? Priorizar o potenciar los desaciertos, sobre lo bien
elaborado, desanima y frustra el esfuerzo personal que se ha aportado en el
proceso formativo.
10. TENER PACIENCIA, DÍA TRAS DÍA. Las prisas no son
buenas compañeras. Poco a poco, el aprendizaje se va produciendo. Igual ocurre
con los hábitos educativos. Sembrar, para después poder recolectar los frutos
del esfuerzo….. y la paciencia aplicada.
11. SER UN POCO TUTOR DE TODOS TUS ALUMNOS. Seguro
que una acción tutorial bien pensada y aplicada conlleva su tiempo. Y la
tutoría adjudicada exigirá todo el esfuerzo del mundo. Pero en los demás grupos
para la docencia hay que ser también un poco tutor. Ellos lo agradecerán y tu
estarás también más cerca de ellos.
12. PONERSE EN EL LUGAR DE LOS ALUMNOS DURANTE LA
EXPLICACIÓN. Algunos lo suelen llamar empatía. Es igual el nombre que le
demos. Trata de situarte en el lugar de tus alumnos cuando les estés
explicando. Analiza el tipo de mensaje que les llega. En ocasiones, ellos
pueden no entenderte … aunque tu creas que sí.
13. GUARDAR LOS PROBLEMAS PERSONALES PARA ….. DESPUÉS.
No es conveniente, ni justo, que estos problemas íntimos afecten a aquellos que
ninguna culpa tienen de los mismos. Cuando salgas del aula será el momento
propicio de abordarlos y tratar de resolverlos. ¡Cuantas veces los alumnos
comentan entre ellos eso de que el profe viene hoy enfadado!
14. PREPARAR DIARIAMENTE LAS CLASES. La arrogancia no
es buena compañera. Si el año pasado te salió muy bien esa explicación, mañana
puede no servirte el esquema que conservas, en función del grupo de alumnos a
los que vas a explicar. Incluso dos grupos del mismo nivel no tienen por qué
estar en la misma situación con respecto a esos contenidos o metodología.
15. HAY OTROS ESPACIOS, ADEMÁS DE TU SILLA Y MESA EN EL
AULA. Es positivo que los alumnos roten, semanal o quincenalmente, en la
ubicación que ocupan. Pero también el profesor debe desplazarse por todos esos
metros cuadrados disponibles, a fin de estar más cerca de todos los escolares.
16. ATIENDE A ESE ALUMNO, MÁS LIMITADO, QUE NO TE ENTIENDE.
Las veces que sean necesarias. Él también merece todo tu atención. Si ese
esquema de explicación no es comprensible, prueba con otro. Hay más de una formas
para explicar el mismo contenido.
17. NO SÓLO SUSPENDE EL ALUMNO. Ningún profesor
debería vanagloriarse de haber suspendido a la mayoría de su grupo. Este pobre
resultado demuestra, ni más ni menos, su propio fracaso como docente y maestro.
Al menos, trata de analizar las razones de esos drásticos resultados. Y empieza
por tu propia labor.
18. TODOS LOS ALUMNOS TIENEN UN NOMBRE. Hacer los
listados por apellidos es necesario. Pero también lo es que cada escolar sea
llamado por el nombre que sus progenitores le pusieron al nacer. ¿Cómo llegas
mejor a ellos ¿diciendo García o Javi?
19. EL ALEGRE VALOR SOCIOLÓGICO DE LA SONRISA. la
atmósfera del aula se dulcifica y llena de alegría cuando en su interior (y
exterior) prevalecen las sonrisas. La mejor compensación que recibes de tu
trabajo es ver la sonrisa de un niño o niña. Utilízala como recurso, aunque aún
es más importante que se genere desde la verdad.
20. EL TRABAJO DEL PROFESOR NO FINALIZA CUANDO EL RELOJ
MARCA LAS TRES. Es una evidencia que las tardes, los fines de semanas e
incluso los períodos de vacaciones pueden ser utilizadas para la autoformación,
para la investigación, para la preparación de las clases e incluso para atender
a esa cuestión tutorial que se ha tornado compleja y difícil.
21. MUCHO CUIDADO CON LOS FAVORITISMOS. Es humano que
te caigan mejor o peor determinadas personas. Pero hay que hacer un esfuerzo
para que el trato que depares a los alumnos sea absolutamente equilibrado.
Ellos perciben con mucho dolor esa atención o actitud desigual que reciben en
el día a día. Además de ser desacertada, es injusta. A determinados escolares,
especialmente los de carácter más débil, les puedes estar provocando un intenso
daño en su evolución.
A
nadie se le oculta que estas consideraciones o sugerencias podrían ser incrementadas.
Tal vez falten algunas otras, pero sería discutible eliminar aquellas que sí se
han aportado. Aplicando el espíritu de su contenido, el admirable trabajo que
lleva a cabo el profesional de la enseñanza ganaría en calidad y eficacia.
De
aquí a escasos días, la vital atmósfera de colegios e institutos va a llenarse
de ilusiones, retos, esfuerzos y dificultades. Niños y adolescentes que
aprenden. Maestros y profesores que enseñan y educan. También, aprenden. Unos y
otros se embarcarán en ese apasionado navío que conduce a las islas de la
cultura, de las experiencias, de los contenidos y de los valores. Pero ellos no
son los únicos protagonistas de todo ese proceso para la formación de los más
jóvenes. La familia, la administración política, la influencia y consideración
social ante la educación, son también activos imprescindibles para que las
nuevas generaciones afronten con garantía y responsabilidad ese tiempo futuro
en el que los niños y jóvenes de hoy deben los máximos referentes de un tiempo
mejor. Confiemos que así sea. Así debe ser.
11:35 de un día cualquiera. La atmósfera acústica y
vitalista que bulle en el patio es, sencillamente, agradable. Paso cerca de una
chica y observo en su rostro una extraña actitud. “Pero qué te ocurre, Ainhoa
¿te has enfadado con alguien?” Tras casi treinta segundos de silencio, obtengo
al fin una respuesta. “Es que no he desayunado nada. Y anoche en mi casa……”
Viendo que las lágrimas iban pronto a brotar, reacciono con rapidez. “Bueno,
ahora lo importante es que te vienes al bar. Pedimos un batido y medio
bocadillo. Te lo tomas tranquila y yo hablo con tu profesora para que te deje
entrar después en el aula de clase. Buscaremos un hueco para que me expliques
lo que te está ocurriendo. Pero lo primero … es que tienes que estar
alimentada”. Era una mañana de octubre.-
José L. Casado Toro (viernes, 5 septiembre, 2014)
Profesor
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