viernes, 1 de agosto de 2014

JUEGO DE LLAVES, EN EL MARCO CIENTÍFICO DE LA PSICOLOGIA SOCIAL.



Para la noche del sábado, habíamos decidido cenar en casa, dada la hora en que había sido programado el espectáculo al que pensábamos asistir posteriormente. La obra teatral comenzaría a las 22 horas, estando prevista su finalización para el entono de la medianoche. Hacer la última comida del día ya en plena madrugada no resulta muy aconsejable, siempre que prioricemos los buenos hábitos en nuestra salud.

Difícilmente se podría haber elegido un marco escénico más atrayente que el ofrecido por el bello patio claustral del Instituto de bachillerato Vicente Espinel, sito en la malagueña calle Gaona. Aquí estudiaron ilustres personajes de la cultura universal (como Severo Ochoa, Denis Belgrano, Blas Infante, Pablo Ruiz Picasso, Emilio Prados….). Este antiguo edificio de estudios para los sacerdotes de San Felipe Neri (se halla unido a la iglesia de este mismo nombre) ha albergado a muchas generaciones de estudiantes malagueños, siendo conocido durante décadas por el “Instituto femenino” hasta la llegada de la época democrática actual. La obra teatral, representada por el grupo malagueño Pata Teatro, llevaba por titulo: El lindo Don Diego. Fue escrita por el clérigo y dramaturgo del Siglo del Oro Agustín Moreto (Madrid, 1618 – Toledo, 1669) perteneciente a la escuela literaria de Calderón de la Barca. Resultó una muy divertida comedia satírica de enredos amorosos, cuya comicidad nos hizo disfrutar “de lo lindo” a esos casi cien espectadores que ocupábamos tres de los cuatro laterales del perímetro claustral, correspondiente a un artístico edificio levantado a mediados del siglo XVIII. Va a estar representándose hasta la primera decena de agosto.

La proximidad física de los asistentes a los actores, junto a la convincente actuación de los mismos, nos permitió gozar plenamente de una obra con la que ríes, piensas y haces posible la empatía argumental que te traslada a los comportamientos, atuendos y lenguajes pertenecientes a una sociedad de hace ya casi cuatro siglos. El libreto, escrito en un inteligible lenguaje versificado, y la destreza en las “tablas” por parte de los ocho actores, hizo que el tiempo de escena (hora y tres cuatros) se nos hiciera atrayentemente corto. La sonrisa, casi permanente, en los espectadores, mostraba lo bien que lo estábamos pasando en una noche de cielo limpio y templada temperatura, que avecinaba el clásico terral con que la meteorología suele visitarnos en las semanas de Julio. Desde luego la opción para esa noche de sábado fue más que acertada y recomendable para todos aquellos a quienes gusten los buenos “manjares” teatrales. Por cierto, el autor de ésta y otras interesantes comedias tiene dedicada una calle en el laberinto urbano de Málaga. Esa arteria viaria se halla ubicada en el popular y tradicional barrio victoriano, precisamente muy próxima a la calle Victoria.

De vuelta a casa, caminaba lentamente por el centro antiguo de la ciudad, poblada en la actualidad por cientos de establecimientos de restauración y copas, tanto para el público malacitano como para los miles de turistas que nos honran y gratifican económicamente con su presencia. A pesar de que los relojes habían ya superado la frontera de un nuevo día, bares, restaurantes y lugares de copas permanecían verdaderamente abarrotados por un público de todas las edades (predominando los jóvenes y los adultos) que seguía consumiendo y bebiendo, ajenos totalmente a condicionamientos horarios. Esa frase de que el centro antiguo de Málaga se ha convertido en un restaurante global, con centenares de establecimientos ahijados, es bastante certera y oportuna en la visión de tantas y tantas noches de comida, bebida, charla y amores para la aventura. Plaza de la Merced, Alcazabilla, Granada, Calderería. Plaza de Uncibay, Plaza del Carbón, Molina Lario, Plaza de la Constitución, Larios, con sus calles adyacentes …… se han transformado es ese escaparate turístico que ofrece la ciudad, centrado en la restauración, para el cuerpo, y en la aportación museística de Picasso, Thyssen, Patrimonio, Alcazaba, Catedral, Gibralfaro, Vino, Vidrio, Automóvil …… para la cultura. Sin embargo, contemplar el impresionante edificio de la antigua Aduana, aún cerrado y con sus pinturas guardadas en blindados almacenes, con los millones procedentes de nuestros impuestos que ha costado su cuidada restauración, es una sinrazón más que refleja lo poco eficiente y desacertada clase política que ha decidido gobernarnos.

0:25 de la madrugada. Atravesaba la Plaza del Siglo, muy cercana a la bella estampa de la Catedral iluminada.  Veía un espacio literalmente tomado por mil y una mesas ubicadas en la calle, donde el turista de aquí y de allá, junto a los paisanos de la tierra, continuaban engullendo platos bien repletos de fritura, embutidos y ensaladas prestas a la imaginación del chef. Mucha cerveza y “mollate” de distintas tonalidades eran consumidos a discreción generosa, mostrando semblantes alegres y desenfadados, entre los comensales protagonistas. Y he aquí que, en un lateral de la Plaza, junto a las barras sustentantes de una escultura metálica cuyo significado desconozco, observo un llavero descansando sobre ese suelo hecho a base de pequeños cilindros de mármol, rodeados de cemento. De ese llavero metálico, color plata, pendía una plaquita con unos números y letras grabados, además de dos llaves. Una de ellas inconfundible. El supuesto propietario conducía un Peugeot. La otra llave, de tipo magnético, pertenecía a una puerta blindada de hogar.

La primero que se me vino a la mente es que el propietario de este objeto perdido podría tener severas dificultades para conducir su coche y entrar en su domicilio, en esa madrugada del sábado. Miré a mi alrededor, como tratando de encontrar algún miembro de las fuerzas de seguridad o a alguna persona responsable a quien entregar el objeto encontrado. Pero sólo veía muchas personas que seguían con su comida y bebida, todo ello adobado con un sonido ambiente de generosos decibelios. Por lo visto, entre las formas de hablar existe la de gritar, a ver quién puede hacerlo más fuerte. Dudé también en volver a dejar las llaves en el mismo lugar donde las había encontrado, idea pronto desechada ya que entendía que algo mejor podría hacer a fin de ayudar a una persona que tal vez estaría ya muy preocupada ante la pérdida que había sufrido. ¿Qué hacer? ¿Echarlas en un buzón de correos? ¿Llevarlas a la oficina de objetos perdidos de calle Victoria (tendría que ser ya el lunes)? ¿Entregarlas en la Comisaría de Policía, sita en el bloque del Mercado de la Plaza de la Merced? Entre todas esas dudas estaba, cuando reparé en la pequeña plaquita, donde estaban grabados unos números y letras. ¿Podrían esos dígitos tener algún significado que nos diese o condujese a la persona propietaria de estos importantes y útiles elementos para su desplazamiento y vivienda?

Ya en casa, sobre la una de la madrugada, me fui directamente al ordenador. Pensaba que tal vez podía encontrar algún significado para ese conjunto de letras y números, llenos tal vez de misterio. Desde luego era el único camino identificador que tenía a mano en ese momento. Y me dispuse a la tarea. Aunque en un principio teclear esas cifras parecía no dar resultado alguno, insistiendo una y otra vez con los números y las palabras, en la telaraña inmensa de las redes sociales, comencé a vislumbrar señales de lo que estaba ocurriendo con “pérdidas de llaves, en la noche malagueña”. Tras avanzar en la modesta investigación que había emprendido, llegué a unos datos telefónicos que podían aclarar toda la tramoya que se había montando para esta noche de julio. La noche avanzaba y al fin tenía a un interlocutor al otro lado de la línea telefónica.

“Le agradecemos efusivamente su exquisita colaboración, tesón y paciencia. Le explico básicamente lo ocurrido. Lo que empezó siendo un simple juego de estrategias, teniendo como base las redes informáticas, ha tomado un carácter de mayor envergadura a fin de estudiar el comportamiento y las reacciones ciudadanas, tanto individuales como colectivas. Somos un grupo de alumnos de  Psicología los que estamos detrás de este ambicioso proyecto investigativo, vinculado al Departamento de Psicología social. Para este sábado veraniego hemos repartido hasta siete llaves, por distintas zonas del centro antiguo de Málaga. Se depositaron en lugares estratégicos, aplicando una serie de variables a fin de conseguir una respuesta más diversificada y motivadora por parte de aquéllos que las hubiesen encontrado. Quiero significarle que hasta este preciso momento (eran las 2:15, ya del domingo) Vd ha sido el único que se ha mostrado receptivo en tratar de localizarnos, colaborando eficacísimamente con el proyecto investigativo. Por todo ello, le emplazamos para una entrevista, el próximo miércoles, a las 12 de la mañana, en el Campus de Teatinos. Sus aportaciones, junto a las de otros posibles intervinientes, nos será muy útiles para estudiar en profundidad las motivaciones y reacciones psicosomáticas de las personas, tras encontrar un objeto de esta naturaleza en plena vía pública. ¡No falte, sea puntual con la hora! que el tiempo es muy valioso para todos nosotros”.

Mandé a hacer gárgaras o puñetas al peculiar interlocutor (creo que se llamaba Fausto Tafetán) que había atendido mi llamada, tras un esfuerzo de localización verdaderamente encomiable. Sólo recuerdo que pronunciaba, una y otra vez, la frase de “sosiéguese, sosiéguese, probo ciudadano” con un marcado acento sudamericano, ante las “lindezas” que me permití transmitir al ínclito personaje.  El reloj digital que tengo situado delante de las obras completas de Dostoievski (1821-1881) marcaba las tres menos cuarto, de una noche ya abrazada al cálido viento de terral. El juego de llaves pende colgado, también como muestra investigativa, en el marco mural de los objetos curiosos a conservar-


José L. Casado Toro (viernes, 1 agosto, 2014)
Profesor

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