viernes, 8 de febrero de 2013

SAN VALENTÍN, EN LOS SENTIMIENTOS DE PAULA.


Todos adoptamos, para determinados momentos de nuestro protagonismo en la vida, comportamientos y respuestas no siempre fáciles de explicar. Algunos llegarían a calificar estos gestos, extraños o inusuales,  como de naturaleza infantil, lo que tampoco debe provocar extrañeza toda vez que muchos adultos son, en una valoración psicológica, niños grandes u hombres niños. Incluso podemos estar satisfechos con estas respuestas, ya que ello es síntoma o reflejo de la permanencia, en nuestras vidas, de aquel niño que coloreaba mágicamente su tiempo con el juego, la ilusión y, también, con la sana credulidad.

Algo así le ocurrió a Paula aquella tarde, primaveralmente adelantada, en febrero. A tres años de alcanzar la media centuria de edad, su vida no se ha visto adornada de especiales incentivos. Los ciclos de la rutina, en una escala de grises, jalonan una biografía sin caracteres para el contraste, desde una óptica externa. Acumula muchos años de trabajo, como funcionaria de administración local en el Ayuntamiento. Siempre le agradó el tema del urbanismo, por lo que movió Roma con Santiago a fin de ser destinada al departamento de vivienda y medio ambiente. Madruga bastante cada día ya que, antes de salir para el trabajo, ha de atender las necesidades del aseo, poner un poco de orden en la casa para que no todo esté de por medio y hacer el breaksfast (desayuno) siempre bastante completo. Su función laboral es básicamente de gestión administrativa, mientras otros compañeros (por su especialización) sí suelen salir a realizar diversas tareas de “campo”, en cualquier parcela entre lo rural y lo urbano.

Su look like o apariencia es bastante común. La media estatura de su cuerpo se ve un tanto enojada por esa natural tendencia para acumular gramos en el peso aunque, últimamente, está mucho más disciplinada a fin de no superar los límites de lo que ella entiende como “de luz roja”. Pelo castaño, ahora ya trabajado con “reflejos” que evitan la siempre incómoda nevada capilar. Ojos más bien pequeños, pero con una tonalidad turquesa que mimetiza el suave azul de ese Mediterráneo que baña, plácidamente, la ciudad en la que nació y vive. Fue hija única de padres mayores a los que supo atender, con filial dedicación, antes de que emprendieran ese último viaje de sólo ida, en nuestro billete personal para la existencia. Pasaron los años y hoy vive sola en su casa de siempre. Socializa muchas tardes y fines de semana con algunas amigas que saben distraer el tiempo con sus aficiones al cine, la música, el café o el té por las tardes y alguna salida al campo, cuando el tiempo “sonríe”, para alegrar y tonificar la pesadez sedentaria en los cuerpos.

Tal vez fue ¿un capricho….. o un enfado contra la monotonía? A unos días de esa fecha afectiva, elaborada con el artificio del mercado, quiso también experimentar la ilusión del regalo. ¿Y por qué no iba ella a recibir, en ese romántico calendario  del catorce, un detalle o presente que hablara con el dulce lenguaje de amor? El aturdimiento publicitario puede copar parcelas de racionalidad en la sensatez de nuestras respuestas. Y es que tantos comercios y escaparates, en los centros comerciales y tiendas callejeras, ofertando la tentación de cumplir con “San Valentín” te hacen ceder ante la moda de la costumbre. Se acercaba el Día de los Enamorados y resultaba simpático o atrayente participar en ese juego del “me he acordado de ti y este es un detalle para nuestro amor”. La verdad es que suenan bien estas palabras, a pesar de la manipulación mercantil que subyace en su trasfondo. Sí, por supuesto. Resulta una necedad reducir para un día lo que debe ser el fundamento de todos los días para dos seres que se quieren, necesitan y aman. Pero una es así ¿verdad Paula?

Como una niña pequeña, ella también quería ser partícipe de esas sensaciones cuyas ausencias en nosotros distorsionan la sensatez. Día de los Enamorados, con la cruel carencia del amor. Dicho y hecho. Ese jueves siete, una semana antes de la emblemática fecha del 14, se dirigió a uno de los puestos de flores, ubicados en la popular Alameda malacitana. Allí, efectivamente, le informaron que tenían un servicio de entrega en el día, pagando el correspondiente desplazamiento. El ramo se lo prepararían con arreglo al gusto y precio que ella decidiera. Paula quiso incrementar la sorpresa, dejando las características y naturaleza de las flores a criterio de la encargada del puesto. Le facilitaron una tarjeta, teñida de una tonalidad rosada, especialmente romántica, donde escribió unas sencillas palabras, plenas de cariño y sentimiento. Facilitó la dirección de destino y la hora en que debía ser entregadas las flores, con la tarjeta amorosa. Tras haber abonado sesenta y dos euros, a la propietaria del puesto, siguió caminando hacia el Parque y la zona centro, sonriendo y un tanto avergonzada por la travesura de la que había sido protagonista. El jueves siguiente también ella iba a recibir ese regalo de los enamorados, sensación y experiencia que nunca había podido gozar.

Se sentía un tanto aturdida por la acción que había llevado a cabo, pero ya no se podía volver atrás. Se sentó en una famosa cafetería de la calle Larios y llamó a su buena amiga Crista, también compañera de trabajo. Necesitaba hablar con alguien, aunque fuera de temas intrascendentes. El fuerte aroma que despedía su taza de café, acompañaba la locuacidad nerviosa de sus palabras ante el móvil. A esa hora, en que comenzaba el anochecer, la animación de la zona centro era multicolor y ruidosa. Ahora “tocaba” esperar, con esa mezcla de impaciencia y sosiego, el atractivo paso de los días.

Suena el portero electrónico. Preguntan por Paula Cifuentes. Hoy es jueves, 14 de febrero, pleno de esa luz y templanza que anuncia una Primavera anticipada. Tal vez sea el cambio en los ritmos climáticos. O las ganas que todos tenemos por soltar el lastre de ropa y frío que vincula, sin solución, al austero invierno que languidece. Un romántico ramo de rosas, claveles, gladiolos y pensamientos, conforman el extraordinario regalo puesto en las manos de una mujer a quien la vida siempre ha querido mantener en el olvido, para esa romántica fecha. Sólo tres palabras en la tarjeta, que ávidamente lee la destinataria. I love you, te quiero……. ¡qué buena medicina para los anémicos corazones que necesitan el inmenso cariño de la amistad! Nuestra protagonista cierra sus ojos, sonríe y suspira. La fragancia que despiden las flores embriaga ese salón de estar donde, en un jarrón de cristal azul celeste, adorna, potencia y alegra la preciosidad del regalo. Paula, sentada en una esquina del tresillo, contempla su travesura con cierto pudor pero, al tiempo, se siente halagada tras el atrevimiento de su propuesta. 

Pasa un buen rato observando las flores. A veces, sonríe. En otros momentos, algunas lágrimas resbalan por el rostro bien cuidado de Paula, a pesar de su afición a recibir la gratitud solar. Al fin, se anima a telefonear a su amiga Crista. Ésta le cuenta que Félix, su marido, le ha regalado un estuche de discos DVD, con la 1ª y 2ª temporada de  “Agua sobre el asfalto” la conocida telenovela de las tres y media, a la que es muy aficionada para ese duerme vuela que endulza la sobremesa. Ella le ha comprado una camiseta de fútbol, firmada por los jugadores del C. D. Málaga, pues es un fanático del equipo que representa a la ciudad. Mientras atiende los proyectos de su amiga para esta noche del jueves, pues van a ir a cenar al Parador de Gibralfaro,  Paula  cree escuchar que, de nuevo, ha sonado el timbre de la puerta. “Te llamo en unos minutos, Crista, pues están llamando. Te contaré que también yo he recibido un precioso regalo….. ¡no te lo vas a creer!”.

Tras abrir la puerta, ante ella se presenta un chico joven que trabaja en la conocida empresa Inter-flora. Ha de entregar un romántico ramo de orquídeas, a la persona destinataria anotada en la tarjeta. En el frontal de la misma aparece el nombre de Paula Cifuentes. Intrigada, firma el recibí y, tras despedir al chico con una propina, abre presurosa el sobre de la dedicatoria. Contiene un breve mensaje, pero muy explícito en su significado.

“Mi querida amiga Paula. El día de hoy es un tanto especial. Muchos estamos recibiendo el detalle de alguien que se interesa por nosotros. Este año he querido que no te falten esas palabras de cariño, tras el más precioso de los regalos. Las flores son muy bellas, pero la amistad lo es aún más. Te quiere, tu buena amiga Crista”.


José L. Casado Toro (viernes, 8 febrero, 2013)
Profesor


1 comentario:

  1. Querido amigo: Gracias por otra de tus entrañables pinceladas con las que observas y plasmas lo cotidiano y lo extraordinario. También he publicado un relato de San Valentín, si quieres echar un vistazo a mi blog.
    Un abrazo.

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