jueves, 4 de mayo de 2023

EN UNA HONORABLE FAMILIA.

Los integrantes de este modélico matrimonio, que a nivel de la consideración popular podría calificarse como “de gente bien”, desde un punto de vista sociológico se incluirían en el grupo de la clase media alta. EUFEMIANO del Portal y Areces, 49 años, era un cualificado y afamado abogado, propietario de un bufete especializado en herencias, instalado en la Alameda Principal malagueña. También destacaban, con cierto prestigio, en la asesoría financiera de importantes capitales para su más rentable inversión. Los ingresos anuales por la prestación de estos servicios sumaban cifras de elevados dígitos en la opulenta cuenta corriente de la entidad bancaria.

Además de estas excelentes perspectivas económicas, con su hermano Aniceto, era poseedor de un importante patrimonio familiar heredado de sus padres. Numerosas hectáreas dedicadas al olivar, en la zona occidental  de la provincia de Jaén, tierras muy rentables de la alta Andalucía. En definitiva una familia con bastante dinero, lo que les permitía llevar un tren de vida en sumo ostentoso.

Femio, como era llamado cariñosamente a nivel familiar y de amigos, llevaba casado veinticinco años con Malvarrosa Candeal Paisaje, 46 años, titulada con el grado de psicología, especializada en los problemas de la evolución adolescente. Malva, como también era llamada por sus afectos, había dado a luz a dos descendientes, en la actualidad ambos emancipados, siempre con la sosegada seguridad de poder contar con la tarjeta bancaria de “papá” para afrontar cualquier contingencia. Berto, 24, analista y programador informático, iba “libando”  de flor en flor para sus necesidades afectivas. Su hermana Alma, 22, desde la adolescencia se había sentido motivada por la sensibilidad artística. Estaba finalizando el grado de Historia del Arte. Por influencia de su madre había encontrado acomodo laboral en una prestigiosa galería de arte, en las inmediaciones de calle Granada, en el núcleo antiguo de la ciudad. Allí trabajaba por las tardes, como asesora de proyectos y exposiciones.

Hacía una semana desde que, en la tarde de un lunes de abril, Malva al fin se había decidido, por consejo e insistencia de su íntima amiga Fina Manzanares, a pedir cita en una importante agencia privada de detectives, denominada LA INVISIBLE, nombre debidamente registrado en la delegación de comercio de la administración regional. Fina, amiga de los años de infancia escolar, era propietaria de una consolidada tienda de trajes para celebraciones, especialmente bodas y comuniones, ubicada en la zona de la Plaza de Félix Sáenz. Las confidencias entre ambas amigas eran continuas, dialogando casi a diario a través del móvil o echando esas tardes de merienda con hojaldres en cafeterías selectas. Fue precisamente Fina quien le sugirió contactar con esta prestigiosa agencia de profesionales, para el seguimiento investigativo de conductas y comportamientos anómalos. Sus trabajos se caracterizaban por su exquisita discrecionalidad y eficacia, lo que derivaba en el elevado coste de la minuta por sus servicios, generalmente con excelentes resultados para el cliente contratista.

Ese nuevo lunes, Malva fue recibida por el director de la agencia, Napoleón Cienfuegos, un veterano profesional de las investigaciones personales y económicas, tenaz bebedor de copas con alta graduación alcohólica y antiguo miembro del cuerpo nacional de policía, quien escuchó atentamente las explicaciones y datos de una atribulada cliente. La perspicaz psicóloga  sospechaba, con fundamento o indicios, que su marido tenía una ardorosa amante. Se basaba en esos pequeños pero significativos detalles, que una “despierta” mujer sabe detectar en la pareja con la que convive.

Tras más de una hora de reunión y habiendo rellenado dos amplios cuestionarios, con interrogantes y datos, además de facilitar fotos al respecto, el Sr. Napoleón le aseguró que en el plazo de un par de semanas ya poseerían resultados básicos para elaborar un primer informe, que se iría completando con otras pesquisas y nuevas vías investigativas. Le informó de que su oficina estaba vinculada con un despacho de abogados, especializado en complejas separaciones, divorcios y reparto de bienes,  por si fueran necesarios utilizar estos servicios. La minuta que tuvo que abonar en la secretaría de la agencia, por esta primera consulta, ascendió a 200 euros, más un depósito de 1500 para gastos diversos (todos ellos justificados puntualmente) que se fueran presentando  en el transcurso de la investigación. Cuando volvió a su domicilio, mantuvo una larga conversación telefónica con Fina, explicándole el resultado de la visita. Su amiga le reiteró que evitase comentar dato alguno con su marido, hasta tener en mano los primeros resultados del seguimiento que iban a realizar los cualificados detectives.

Dos semanas después, fue citada de nuevo para que visitara la agencia. A las 18:30 comenzó la segunda entrevista con Cienfuegos, quien serio y ceremonioso, le ofreció un primer informe elaborado por el equipo investigativo.

“Lamento comunicarle, estimada Sra. Candeal, que sus sospechas acerca del comportamiento infiel de don Eufemiano del Portal, su esposo, han quedado perfectamente confirmadas y documentadas. Desde hace aproximadamente siete meses (nuestros profesionales aplican medios muy sofisticados para estas concreciones temporales, D. Eufemiano se halla en relación afectiva con una joven de 22 años, llamada Eloisa, que trabaja en el bufete que dirige su marido como auxiliar administrativo, cuyas fotos debo mostrarle, pidiéndole encarecidamente disculpas, pues en las imágenes aparece junto a su “jefe” en actitud intensamente amorosa y … muy ligera de ropa, por lo que estas imágenes pueden herir su exquisita sensibilidad. En el disquette correspondiente que le voy a entregar, además de las fotos, están grabados unos archivos de voz y también algunos vídeos, que sustentan el comportamiento sexual que estas dos personas mantienen”.

A Cienfuegos le llamó la atención que, analizando el semblante de su cliente, ésta no parecía estar extremada o sofocadamente afectada ni, por supuesto, hizo escena alguna de la información tan relevante y explícita que llevaba bajo el brazo. Con la prudencia que le aportaba los largos años en el oficio, este veterano investigador privado procuró controlar bien la situación, tratando de aportar sosiego y control mental a la mujer que tenía ante sí, infielmente engañada por su marido. Había vivido decenas y decenas de experiencias, muy similares a la que esa tarde de lunes estaba protagonizando.

“Debo pedirle, por la experiencia que atesoro, que en modo alguno se precipite, Sra. Malva. Analice con prudencia la situación. Le facilito un día de la semana próxima, a fin de que tomemos la mejor medida que Vd. puede desear, entre las variantes que podamos ofrecerle. Debe estar tranquila, en lo posible, pues le aseguro de que poseemos un gran equipo especializado en arbitrajes y conciliación, junto a otro que trabaja con gran experiencia en las demandas ante los tribunales de justicia. Si le parece bien, el jueves de la semana próxima nos vemos en este mismo despacho, a las 11 en punto”.

Malva pagó otros 200 euros por la dura y realista entrevista que había mantenido con Napoleón Cienfuegos. Llegada a casa sobre las 19:45, se preparó un café bien cargado, tomándolo con parsimoniosa lentitud. Una vez más marcó el número de su íntima Fina Manzanares.

“Le puedes sacar una buena pasta, querida Malva, después de lo que me has contado, siempre y cuando te pongas en manos de un buen abogado que separa defender con astucia y estrategia castrense tus legítimos intereses. Te puedo recomendar el letrado que defendió a Belinda Clavicerca, cuyo nombre es Brando Mendicutti. Es más que un abogado, un verdadero genio. Consiguió para ella que se quedara el gran piso en el que residían, el coche Alfa Romeo familiar, el lujoso chalet apartamento de Altea y lo que es más contundente: una pensión del fulano de su marido que asciende a 2.200 euros netos mensuales, para el mantenimiento de los dos hijos del matrimonio roto. En el régimen de la custodia, sólo un fin de semana al mes para el ex. De todas formas me dices que ese gabinete de detectives tiene equipos muy cualificados. Te lo piensas con tranquilidad. La minuta de Mendicutti no baja de los 15.000 €. Es un profesional muy carero, pero los resultados mandan, por la eficacia de lo que consigue en el terreno judicial”. 

Aquella noche y en los siguientes días, Malva evitó decir palabra alguna o gesto impulsivo por lo que sabía a Eufemio. Era consciente del engaño desconsiderado de que era objeto, pero en ese momento pensaba era más inteligente aplicar la cautela si lo que deseaba era obtener un buen rendimiento de “su mala suerte”. Entre ellos hacía tiempo que practicaban una relación matrimonial con vistas a la galería. Desde hacía meses habían decidido dormir en camas separadas. El ardor sexual había desaparecido de sus vidas, mucho antes de esos veinticinco años de casados. Eufemio roncaba con incómoda acústica y tenía algunas alteraciones intestinales que le producían muy frecuentes episodios de inoportunos gases que alteraban el sosiego nocturno. Era más higiénico que cada uno de ellos tuviese su propio lecho para el descanso.

Sin duda era una desafortunada noticia, la información que le había facilitado Napoleón Cienfuegos. Pero había llegado ese momento en que era más inteligente actuar con fría y puntual estrategia  a fin de obtener “una buena tajada”. El patrimonio familiar de su esposo era muy “suculento” y tenía que actuar con cuidado pues, en el tema de las tierras jienenses, habían hecho en el momento del matrimonio separación de bienes, teniendo en cuenta la propiedad legítima que correspondía a su cuñado Aniceto.

Pasaron los días y Malva le seguía dando vueltas al asunto. No todo era un objetivo o problema “crematístico”, aplicando el lenguaje popular, tras la muy previsible desvinculación conyugal, sino también que como mujer le seguía dando vueltas a esa jovencita, de 22 años, administrativa en el bufete de Eufemio, cuya juventud y evidente belleza había “encandilado” al “casi” cincuentón decadente de su cónyuge. Por mucha fuerza mental que aplicara al conflicto, era una mujer que se sentía relegada por la belleza, juventud y vitalidad de esa niña candorosa, amable y “vampiresa” del amor, con bonitos ojos azules y algo “chinescos”, larga melena dorada, como los mejores rayos del astro sol. La tal Eloisa había hecho mella sentimental en el ego y amor propio de una madura y ya “agrietada” malva, con severos kilos de más, muy difíciles de disimular.

Tenía la cita con Cienfuegos para el jueves, Sin embargo, algo habría debido suceder cuando el martes recibió una llamada telefónica desde La Invisible, indicándole que debido a nuevas averiguaciones, quedaba convocada para el lunes siguiente. Se le reiteraba que para esa nueva entrevista, prevista para las 17 horas, estarían presentes representantes del gabinete jurídico, pues las decisiones a tomar iban a necesitar un buen soporte judicial. Se le encomiaba a que no faltase a esta cita, por los muy importantes asuntos que en la misma iban a ser tratados.

Este cambio de fecha y la previsión de nuevas informaciones, dejó un tanto inquieta y extrañada a una mujer en un trance muy complicado de su existencia. De inmediato contactó con su consejera y amiga de pro Fina Manzanares, pidiéndole insistentemente que la acompañara, pues tenía la percepción de que algo “especial” estaba apareciendo en el asunto de su relación con Eufemio. Todo se sumaba a que en los últimos días había también percibido unos cambios evidentes en el trato habitual que recibía de su esposo, siempre muy ocupado pero que ahora parecía que había alterado un tanto esos condicionantes laborales. Lo veía muy pensativo, su mirada ya no era la misma, tal vez preocupado. Sin duda estaba urdiendo algo que condicionaba un comportamiento diferente del usual.

Aquella misma tarde hizo una muy prudente y “secreta” llamada a una persona vinculada a su privacidad:

“Algo ocurre con Femio. Lo veo muy teatrero y algo tenso. Aunque tengo especial cuidado en nuestros movimientos, se me ha podido escapar algún detalle que motive era supuesta sospecha que estoy percibiendo. Puede sospechar algo. Creo que lo más aconsejable sería posponer nuestra “reunión” del viernes. Esta semana “no voy a poder ir a la peluquería”. También te comento que me han aplazado la reunión con Cienfuegos hasta el lunes. Aún están desarrollando el proceso investigativo. Tendremos tiempo para vernos, disfrutar e intercambiar palabras y gestos de amor. Cuídate. Estás siempre en mi corazón”.  

Cuando ese nuevo lunes Malva y Fina llegaron a la agencia, Mariam la secretaria las condujo a una pequeña sala decorada con un acogedor mobiliario. Incluso había a disposición de los clientes VIPs  un pequeño frigorífico con agua, refrescos y diversos snaks. Unos diez minutos más tarde, la secretaria volvió a hacer acto de presencia, pidiéndoles que la acompañasen a la sala principal de reuniones. Ya en su interior vio a Cienfuegos, junto a dos señores que probablemente eran abogados, todos muy serios aunque ceremoniosos.

“Es un placer saludarte, estimada Malva. Sra. Manzanares, encantado de conocerla. Me acompañan dos abogados integrantes del gabinete jurídico que trabajan con nosotros desde hace años. Por favor, tomen asiento”.

En este momento, Cienfuegos hizo una indicación gestual a Mariam para que saliera a cumplir algo previamente acordado. La atmósfera en la funcional sala era algo tensa. No habían pasado ni tres minutos, cuando se abrió de nuevo la puerta, entrando de nuevo la secretaria. Lo hacía acompañada en esta ocasión por una persona harto conocida para Malva: ¡Su marido, Eufemio del Portal! Cuando los dos esposos se encontraron, cruzaron aviesas miradas de sorpresa, rencor y probablemente de profundo desprecio. En uno y otro, el ritmo cardiaco se les había acelerado. Pero, después de unos segundos de crispación interna, ambos supieron integrar y teatralizar la insólita y cómica situación, disimulando con esa clase cínica, atesorada en años, el terrible impacto que a duras penas trataban de asumir. Entonces Napoleón, aparentando ejercer un poco de “juez de paz” habló:

“Tengo que decirles que es la primera vez, en el desarrollo de mi vida profesional, que me hallo en esta muy incómoda e insólita tesitura. Dos de nuestros equipos han estado trabajando de manera independiente, por encargo de dos respetables clientes. Esos dos clientes, son Vds. obviamente estaban vinculados en matrimonio. En un determinado instante, hace escasos días, los datos se han cruzado, comprobándose que estábamos haciendo dos seguimientos a personas que mantenían relaciones extramatrimoniales, de manifiesta infidelidad. Si me permiten definir esta peculiar coincidencia, utilizando una expresión que puede parecer burda, pero que me perdonarán en aras la innegociable claridad. Vd. Sr. Del Portal estaba engañando infielmente a su mujer y Vd. Sra. Candeal estaba engañando infielmente a su esposo. Si desean que cambie el tiempo pasado por el tiempo verbal presente, no tengo la menor dificultad para hacerlo. Esta duplicidad de infidelidades ha coincidido en dos de nuestros equipos de trabajo, que sin saberlo trabajaban paralelamente con dos personas que estaban jurídicamente vinculadas.

Llegados a esta peculiar, tal vez cómica y dolorosa situación, sugeriría y aconsejaría que las dos partes, ambos respetados clientes, a quienes incondicionalmente nos debemos, se esforzaran en llegar a un sensato punto de encuentro. Sería una muestra de pragmatismo, inteligencia y buena voluntad, valores que, sin duda, albergan en sus muy honorables y ejemplares personas. (Eufemio y Malva escuchaban mirando atónitos a don Napoleón Cienfuegos, en su magistral exposición. Por momentos no sabían si reír o llorar).

El gabinete jurídico va a intervenir a partir de este momento. Les asesorarán y ofrecerán el camino más pragmático que encauce esta anómala relación, siempre contando, eso sí, con la aceptación que estimen procedente o cualquier otro acuerdo al que, con pragmatismo, puedan alcanzar”.

SEIS MESES MÁS TARDE. La vida de los protagonistas de esta historia ha tenido, necesariamente, que cambiar en distintos sentidos en función de sus voluntades y deseos, siempre condicionados por sus acendrados y particulares egos. Malva Candeal y Eufemio del Portal siguen residiendo en el gran piso de su propiedad, 256 metros cuadrados, inmueble cuya distribución han cambiado, zonificando y tabicando los espacios de manera diferente. Una parte es ocupada por él. Ella hace su vida en la otra zona. Prácticamente evitan cualquier tipo de comunicación, salvo cuando han de acudir a determinados actos sociales, momentos en que teatralizan una fría y educada relación, todo de cara absolutamente a la galería. Cuando esas acciones sociales finalizan, se ignoran, incluso en lo más íntimo se desprecian y “odian”. Malva recibe para sus gastos cotidianos una importante asignación mensual. Eufemio también se hace cargo del coste del servicio (tres personas) que tienen contratado. Especialmente destaca un personaje, Jeremías, que ejerce de mayordomo, 57 años, y que actúa de enlace para las inexcusables situaciones que vinculan a “los señores”. Malva ha renunciado para siempre, bajo notario, a cualquier intento de acceder al importante patrimonio familiar de Eufemio y Aniceto, bajo compensación económica de 100.000 €. La minuta final de la agencia La INVISIBLE, por los servicios realizados, presentada al efecto por Napoleón Cienfuegos, ascendió a 3.200 euros, coste del que también se hizo cargo el letrado Sr. del Portal.

¿Sus hijos? Berto ha decidido marcharse a vivir al estado americano de California, para proseguir y cimentar su consolidada carrera informática. “Papá” se hace cargo de todos los gastos que supone este cambio de residencia. Alma, por su parte, termina su carrera de Arte en la Complutense madrileña, a cargo económico también de don Eufemio. Sin embargo, comparte sus estudios con un interesante trabajo en la capital. Está contratada en la Galería Minerva, gracias a las influencias de doña Fina Manzanares. Los dos hermanos, después de todos los cómicos y vergonzosos hechos, divulgados por entre la comidilla de esas amistades “de toda la vida” han puesto” tierra de por medio”, buscando la esa lejanía terapéutica que en modo alguno encuentran en la atmósfera viciada que representan sus maduros y “decadentes” progenitores.

¿Y aquellos dos jóvenes amantes de estos prestigiosos señores?  Lurio Pontoni, el atractivo físicamente pintor y escritor italiano, de 24 años, que en su momento fue paciente del gabinete psicológico y “lover” ardiente de la “doctora” Malvarrosa, y Eloisa Carriscosa, que trabajaba en el bufete de don Eufemio como auxiliar administrativo y “otras funciones técnicas” al servicio de éste, se han conocido y ya han compartido un par de fines de semana pleno de intimidades y sentimientos ardientes. Piensan, con vehemente atracción sexual, que el futuro está cronológicamente de su parte. -

 

EN UNA HONORABLE

FAMILIA

 

 

 

 

 

José L. Casado Toro

Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga

Viernes 05 mayo 2023

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