Hay personas que se ufanan de poseer determinadas cualidades o capacidades, cuando en realidad esa arrogancia que manifiestan no es tan perfecta como ellos piensan tener. Una de estas habilidades que creen atesorar es la del conocimiento de los demás. “Yo, a las de primeras de cambio, ya sé cómo es la persona que tengo delante”. Pero, con el paso del tiempo, caen en la cuenta de que ese conocimiento tan perfecto que pensaban tener del familiar, amigo, vecino o compañero de trabajo, era erróneo, equivocado y sin el necesario fundamente para el acierto. En realidad, estas fantasiosas personas ni conocen tan bien a los demás, ni probablemente conocen con certeza a su propia persona. Llega el momento en que inesperadamente se enfrentan a grandes sorpresas, no sólo con respecto a los demás, sino también con su propio e íntimo comportamiento. El complicado problema del conocimiento de sí mismo.
PATRICIO Gama está vinculado laboralmente a una empresa privada de seguridad. Generalmente suele aceptar los turnos de noche, ya que éstos están algo mejor retribuidos. Ahora ejerce la vigilancia, cinco noches de cada semana, en una importante empresa de embutidos y quesos, cuyas naves y oficinas se hallan instalada en la localidad malagueña de Cártama. La producción de esta empresa chacinera es importante, no solo para abastecer la demanda comercial del territorio andaluz, sino que sus suculentos productos “inundan” el mercado nacional e incluso cada vez más incrementan la exportación al espacio internacional. Su horario nocturno de trabajo comienza a las 22 horas, finalizando su labor a las 7 de la mañana, cuando llega otro compañero para sustituirle. Esa hora final de su trabajo, coincide con la llegada de los operarios de la fábrica, que así inician su jornada laboral. En este mes de noviembre, a este vigilante de seguridad le corresponde un horario en el que descansa la noche del viernes y la del sábado.
A sus 27 años, Patricio ha tenido diversas parejas sentimentales para la convivencia ocasional. Se ha resistido siempre a comprometerse seriamente con alguna de esas guapas chicas que bien sabe elegir, porque considera que se halla en la edad de disfrutar plenamente de la vida, ejerciendo la mayor libertad para disponer de todo su tiempo libre. En modo alguno concibe tener que estar sometido a vínculos o ataduras religiosas o legales, en el ámbito familiar.
Un otoñal lunes por la tarde, mientras se desplazaba a un gimnasio que tiene cerca de su domicilio, a donde acude para ejercitar su musculatura, pasó por delante de una agencia de viajes, en cuyo escaparate observó un cartel anunciador en el que se ofertaban excursiones de una jornada. Estos viajes se realizaban los sábados o los domingos, con dirección a distintas localidades de Málaga o incluso a zonas con interés turísticos de las provincias vecinas. La programada esta semana correspondía a una atractiva visita a la bella y monumental ciudad de Ronda, municipio que hacía tiempo no visitaba. Se sintió animado a inscribirse (aún quedaban plazas libras en el autobús) pues el precio era interesante, ya que ofrecían el desayuno en ruta y el almuerzo en un restaurante muy próximo a la afamada plaza de toros de la localidad rondeña. Los excursionistas visitarían diversos monumentos y zonas emblemáticas, incentivos turísticos que serían explicados por una guía acompañante previamente contratada por la agencia. Se sugería que los viajeros llevasen sus cámaras fotográficas o móviles, a fin de que pudieran conservar esas preciosas tomas que siempre se recuerdan con el mayor afecto e interés.
En esa excursión del sábado, quiso el destino, el azar o la casualidad de que pusieran a su lado, como compañero de asiento en el autobús, a un chico joven, muy bien parecido, llamado ABRIL. Desde un primer, los dos viajeros entablaron una animada y prolongada charla, que fue generando una agradable, intensa y afectiva amistad entre ambos viajeros. Tres años más joven que Patricio, Abril es maquillador esteticien, prestando sus servicios en una productora local de televisión, cuyo centro de producción tiene su sede en la capital malacitana, emitiendo para toda la provincia e incluso llegado “la onda” a otras provincias hermanas.
El intenso diálogo entre los dos excursionistas se mantuvo durante todo el viaje a la ciudad del Tajo y también en todas las fases de la lúdica y turística excursión. Se sentaron juntos en una mesa de a dos, en el restaurante elegido por la organización, un artístico palacete reconvertido, muy cercano a la histórica Plaza de toros rondeña. Para sorpresa del vigilante de seguridad, entre ese nuevo amigo y su persona se fue gestando una “inexplicable atracción” no sólo anímica, sino también física. Se sentía bien con ese compañero de viaje, en el que veía a un complemento claro de su persona y que gozaba de una atractiva imagen física. También le motivaba la peculiar forma de hablar del maquillador, pausada, “misteriosa”, convincente y profundamente atractiva. Incluso solicitaron a otros viajeros que les hicieran fotos juntos, ante esas bellas realidades monumentales, llenas de romanticismo e historia, que con fervor misterioso atraen a la mayoría de los que visitan con encanto y expectación uno de los municipios más bellos de la provincia de Málaga.
A la finalización de la feliz excursión, uno y otro se miraron durante largos segundos a los ojos y se prometieron un “hasta pronto”, que significaba un “hasta luego”, pues esa misma noche, desde sus respectivos domicilios, establecieron comunicación telefónica para intercambiar palabras y comentarios acerca de los temas más nimios, excusas para estar juntos por más minutos, aunque esta proximidad fuera en la distancia física, que no en la mental o ya incluso sensual, hasta las horas más avanzadas de la madrugada dominical.
La evolución posterior entre la irrefrenable amistad entre ellos generada hizo posible que adoptaran la también sorpresiva decisión de irse a vivir juntos. Tal era el grado de atracción, no sólo física o sexual, sino también anímica o sentimental que gozosamente mantenían. Consideraban que, estando juntos también en la intimidad física, se sentían más felices. A este fin, alquilaron un ático, que se encontraba en un estado de cierto abandono, en la zona del Camino Nuevo, no lejos de la institución escolar del Colegio el Monte. Esa edificación, a la que reformaron y decoraron con acierto, tenía unas maravillosas vistas a la serenidad majestuosa y natural del mar Mediterráneo, en las azuladas aguas de la bahía malagueña.
La felicidad que ambos jóvenes experimentaban se explicaba en base a que muchos de sus caracteres eran oportunamente complementarios. PATRICIO es persona de complexión fuerte, y atlética. Gusta de practicar el deporte, especialmente la natación y el ciclismo, usando para estos recorridos una bicicleta de competición, que siempre le acompaña en esas horas libres que tiene para pedalear. Acude a nadar a una piscina privada, concertada con los servicios deportivos del ayuntamiento. Su carácter es impulsivo, espontáneo, directo. En ocasiones tiene respuestas algo “primarias”. En su currículo escolar sólo constan los estudios obligatorios, aunque tuvo el acierto de realizar un módulo profesional de grado medio, sobre personal de seguridad. Ahora, cubriendo la etapa final de su tercera década vital, nunca pudo imaginarse estar protagonizando y disfrutando una vivencia de convivencia íntima con un hombre, cuando en muchas ocasiones ha rechazado las uniones homosexuales. Sin embargo, el conocimiento de sí mismo no era tan perfecto como el que suponía, al tomar conciencia, con esta sorprendente vivencia, de que las respuestas de su cuerpo y de su mente les eran bastante desconocidas. Porque también seguía teniendo atracción hacia las mujeres. El caso es que se sentía feliz y realizado, con ese complemento humano que el destino había puesto en su trayectoria.
ABRIL representaba ese complemento contrario, a la fortaleza viril de Patricio. Eras de contextura corporal asténica y delgada, aparentemente débil, aunque cuando llegaba la necesidad sabía sacar fuerzas de su aparente endeblez, casi siempre mostrando un rostro de indudable belleza, agradable y “angelical”. Añadía una forma de ser en la que destacaba su sensibilidad y comedida racionalidad, verdaderamente muy provechosa. Sabía aportar a su compañero afectivo ese sosegado equilibrio de que el recio vigilante de seguridad carecía. Sin embargo, necesitaba y recibía de aquél la fortaleza, el ímpetu, el dinamismo y la virilidad, con la que enriquecía su equilibrio personal.
La prolongada convivencia entre dos personas no suele resultar fácil. Las dificultades relacionales aparecen de la forma más inesperada, cuanto más si ambos no quieren “ceder” y “aceptar” la forma de ser y la personalidad de la persona a la que han unido sus vidas. Cuando aparecen y se priorizan los egos, el deterioro convivencial no tarda en aparecer, en grados y niveles que pueden hacer inviable el mantenimiento de esa unión que, paulatina o aceleradamente, se resquebraja. Por fortuna, la relación de complementariedad entre Patricio y Abril marchaba “viento en popa”. El vigilante se encargaba de todo lo relativo a las compras y la cocina diaria, habilidad que tenía bien arraigada, pues se desvinculó del núcleo familiar apenas cumplió la mayoría de edad, pues los roces con su padre, persona de muy fuerte carácter, le hizo `poner distancia con un progenitor que ni entendía ni aceptaba. Patricio tenía un cierto don culinario. Durante los fines de semana preparaba unos apetitosos guisos y otros platos, que complementaba diariamente con saludables ensaladas (verdadero experto) y el necesario aporte de proteínas cárnicas o ese pescado a la plancha, frito o guisado, que siempre enriquece la mesa y la salud bien agradece. Para los postres siempre ofrecía la fruta de temporada, aunque no descartaba los helados y los pasteles que saciaban su natural y goloso apetito.
El especialista esteticien se ocupaba de la sacrificada limpieza diaria del apartamento, organizaba las dependencias del mismo (su compañero afectivo era un tanto desorganizado) y cuidaba las numerosas macetas que embellecían la amplia terraza de que gozaba la vivienda. Cuando se fueron a vivir juntos, sopesaron la opción de comprar dos camas o una sola. Por insistencia de Abril, adquirieron una cama especial cuya anchura era de 170 cms, en un centro especializado en dormitorios.
Patricio mantenía en absoluta privacidad esta convivencia con sus amigos y compañeros de trabajo, quienes en ningún momento podían llegar a sospechar que el acreditado mujeriego que siempre había representado su viril figura pudiera estar unido sentimentalmente a un joven de tan acrisolada belleza. Para Abril esta no era su primera experiencia de unión homosexual. Por el contrario, desde su primera adolescencia ya había desarrollado experiencias con las que saciaba su natural tendencia relacional.
Pero los vientos caprichosos y crípticos del destino quisieron soplar con cruel y severa violencia en una relación que resultaba modélica, desestabilizando la privacidad de dos vidas vinculadas por el amor. Llevaban juntos ya más de un año, cuando el joven esteticien conoció a un chico irlandés, muy bien parecido, que había comenzado a trabajar en la productora cinematográfica como actor, interpretando como protagonista una serie que tenía una gran aceptación entre el público televisivo. Se llamaba LIEM y pronto hizo buenas migas con el maquillador que tan bien lo cuidaba en su aspecto. La secreta relación que Abril y Liem mantenían, aprovechaba los turnos nocturnos de vigilancia que Patricio desempeñaba en la empresa de embutidos y chacinas. Una noche, cuando disfrutaban juntos en la cama la ausencia del vigilante, la puerta del apartamento se abrió a las 2 de la madrugada. Patricio había sufrido un principio de cólico nefrítico, dando aviso a su empresa de seguridad AMIAN, que de inmediato envió a un compañero para sustituirle en su función. Cuando llegó a su domicilio, se encontró a los dos jóvenes, abrazados con el ardor del amor, precisamente en la cama que compartía con su infiel pareja afectiva. Sorprendentemente, dado su espontáneo y fuerte carácter, dio media vuelta y abandonó el domicilio sin decir palabra alguna. Comenzó a deambular, profundamente decepcionado por las calles desiertas, iluminadas con farolas amarillentas y somnolientas, recorriendo sin destino un amplio trozo del laberinto urbano, a pesar de precario estado físico y anímico en que se encontraba. Sobre las seis de la mañana, decidió volver a su domicilio, en el que ya no estaban los dos jóvenes implicados en su desdicha. Intensamente agotado, se echó sobre la única cama que había en la vivienda y durmió con intensidad prolongada hasta cerca de las dos de la tarde.
Dos días más tarde ya se sentía mejor físicamente, por lo que pidió reincorporase a su trabajo, haciendo el turno de noche sin la menor dificultad. Cuando por la mañana volvió al apartamento, comprobó que Abril se había llevado sus pertenencias de ropa y otros materiales diversos.
Pasaron los días y las semanas. En el vigilante de seguridad anidaban sentimientos muy contrastados: dolor, ausencia, liberación, necesidad, decepción, frustración, soledad, despecho, preguntas, vacío… Pero ninguno de los dos amantes hizo esfuerzo alguno por contactar, en nombre de su antigua e intensa amistad y vínculo sentimental, a pesar de que tenían fácil establecer o provocar la comunicación, en caso de que su íntima voluntad así se lo permitiese.
Unas semanas después de esta dolorosa ruptura, Patricio ha comenzado a salir con una linda joven, llamada LORETO, una administrativa de la empresa chacinera EL BUEN SABOR, en donde continúa prestando sus labores de vigilancia el infortunado joven. Por supuesto que en ningún momento ha tenido la intención de contarle a su nueva compañera sus devaneos amorosos con el joven maquillador. Esa intensa historia, tan peculiar y extraña en su vida, la quiere mantener secreta en su memoria como un necesario aviso del precario autoconocimiento que tiene de su persona. La ambivalencia sexual será una realidad con la que tendrá que vivir en el futuro. Pero tras la dulce y dramática experiencia, se ha jurado a sí mismo mantener la opción de vincularse con una mujer como compañera familiar para el resto de su existencia. Ve a Loreto, una sencilla, alegre, placentera chica de 22 años, como ese aire de “normalidad” que necesitaba, para recomponer sus complicados fundamentos sexuales.
“¿Qué te ocurre, cariño? De pronto te he visto algo inquieto, ¿has visto algo que te preocupe?”
“No, mi amor, es que tengo la sensación, probablemente producto de mi trabajo, como si alguien nos estuviera observando, situado a una media distancia”.
Y a la tercera “fue la vencida” como según dice la frase popular. Al sacarse el pañuelo del bolsillo, Patricio arrastró sin querer las llaves de su casa, movimiento que las hizo caer al suelo terrizo, entre los verdes parterres. Al agacharse para recogerlas, pudo ver en esta ocasión la figura de una persona, que no tuvo tiempo o agilidad suficiente para ocultarse detrás del frondoso arbolado. A pesar de la media distancia, reconoció, sin ninguna duda, a la persona de Abril, que los estaba siguiendo con su mirada. Su rostro se mostraba profundamente serio, entristecido, “desencajado”. -
SORPRENDENTE E INESPERADA
AMBIVALENCIA PERSONAL
José L. Casado Toro
Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga
04 noviembre 202
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