viernes, 25 de febrero de 2011

LA SOLEDAD DEL AFICIONADO AL CINE, ANTE LA GRAN PANTALLA.

¿Te has encontrado en alguna ocasión, asistiendo a una sala de cine, como único espectador de lo proyectado en pantalla? Mi experiencia me hace recordar que, aun estando en numerosas oportunidades con muy escasos compañeros en las butacas, sólo una vez, y ha sido en fecha reciente, dio comienzo y finalizó la proyección de la cinta (no era en formato digital) encontrándome solo en la gran sala. En esa ocasión, ochenta y tantos asientos habían quedado libres, esperando inútilmente ser ocupados por otros tantos espectadores. Confieso que es una sensación extraña y fantasmagórica, la que se vive en estos casos. La verdad es que no recuerdo el título o trama de la película que dio origen a la experiencia que narro. Sí se me ha quedado grabado el cine donde ocurrió el hecho. Una sala relativamente pequeña, envejecida por el mal cuidado empresarial y con un precio en taquilla bastante asequible. En cuanto a la hora, correspondía a la primera sesión: seis de la tarde. Me sentí un tanto privilegiado, con esa reacción algo infantil, de poder decir: “Están echando la peli sólo para mí”. Bromas aparte, pienso ahora lo que habría sido estar en la misma situación en una sala grande, de aquellas antiguas que poblaban la ciudad. Por ejemplo, el muy ancho y largo Cine Andalucía, en las estribaciones del Gibralfaro norte, o el propio Málaga Cinema, en la Plaza de Uncibay, con su pantalla supergigante, muy ancho en lo espacial para su más de mil y pico de butacas y con un gran anfiteatro que potenciaba la capacidad de los numerosos espectadores posibles. Uno y otro cine, hoy día, ya no ejercen esa función. Hace años cerraron sus puertas para otros fines especulativos o mercantiles. Estar solo, con la oscuridad como compañero único e invisible frente a la “sabana blanca”, en una de estas macro salas, tiene que ser una experiencia un tanto incómoda e indeseable. Y más si cabe, en el caso de que el género cinematográfico que nos ofrezca la película sea de esos que denominamos, abriendo mucho los ojos, como de terror o miedo, tanto psicológico como real.

Imaginemos a Marion Crane, en la ducha del Motel Bates, y a esa sombra que se acerca, cuchillo en mano tras una cortina blanca y opaca en transparencia, que nos inunda el ánimo de pavor. Y tú, o yo, rodeado únicamente de butacas vacías. Hablo de Psicosis (Psycho,1960), dirigida por el gran maestro Alfred Hitchcock. Miedo, miedo psicológico como el que nos regala muchas de las terroríficas escenas protagonizadas por Jack Torrance, su mujer Wendy y su hijo Danny, en el solitario Hotel Overlook, durante un crudo y desangelado invierno de nieve. El Resplandor (1980), dirigida por Stanley Kubrick. Y tu allí, en orfandad ante el miedo, con el cine completamente vacío.

¿A qué es debido la progresiva menor asistencia de público a las salas cinematográficas? No es una respuesta que se pueda simplificar con un par de líneas argumentales. La industria del ramo encuentra toda la casuística, de la huida popular en taquilla, por las descargas ilegales de Internet. Aunque aquí pueda haber un porcentaje significativo, entre las causas de este abandono, no se puede culpar en su totalidad a las descargas on line de esta reacción que adopta el espectador. Hay otros muchos incentivos alternativos, culturales y lúdicos, que compiten con el “séptimo arte”. Véase, en cualquier medio de prensa, la agenda diaria de actividades para el ocio. El precio de una entrada ya alcanza, especialmente los fines de semana, los ocho €. Y prácticamente los diez, si la cinta se proyecta en 3D. No pocas salas resultan incómodas, tanto en su diseño como en la vigilancia que se ejerce para el orden en su interior. Las carteleras pecan de mimetismo clónico, en las películas que proyectan. Las mismas cintas, en casi todos los circuitos de exhibición. Y sigue el reinado de Hollywood. El cine español, dura en cartelera una semana, soportando incluso que haya muchas películas que, tras haber sido rodadas, terminan por no poder proyectarse o, si lo hacen, con muy escasos días de permanencia en las cabinas de proyección. Las tramas argumentales, no pocas veces, dejan mucho que desear. Aburren, por su patente falta de originalidad. Ciencia ficción, violencia, sexo o argumentos en 3 D para mentes infantiles. Y cuando aparece una comedia, nos acordamos con añoranza de aquellas que se construían en las décadas centrales del siglo XX, con una arquitectura narrativa y argumental verdaderamente ejemplar. Divertían, enseñaban y te hacían pensar y reflexionar, pasando un rato muy agradable.

Internet, el malo de la trama. Hace años, tras estar una película en cartelera durante semanas, había que esperar unos meses para que fuera editada en DVD. El precio medio de venta oscilaba entre los 18 y los 24 €. Era un coste exagerado que los más cinéfilos pagaban, gesto que también se hacía cuando había que realizar un oportuno regalo ante una festividad o situación similar. Pero llegó el Emule, y otras ventanas similares, donde te podías descargar películas sin coste alguno. Ello fue forzando a que las empresas del sector se vieran obligadas a ir reduciendo el precio de venta para los DVD originales. Entre el top manta y las descargas, cada vez más rápidas, ese negocio se les vino abajo. La sección mediática en los Centros Comerciales cada vez estaban (y están) más abandonadas por los consumidores. Películas originales, editadas ahora con un par de meses desde su estreno, pueden ser adquiridas a un coste entre ocho y doce euros. Pero ya es tarde. La semilla de las descargas ilegales está más que arraigada. Te bajas una peli en pocas horas, con una serie de condicionantes. El sonido, en la gran mayoría de estas descargas, es muy degradado. Suena “a voces enlatadas”. Los pixels ofertados son insuficientes, lo que perjudica la calidad de la imagen y las prestaciones de idiomas o escenas interesantes son inexistentes. Aún así había y hay otras ventajas, aparte el incentivo de la gratuidad. Películas antiguas, que no se encontraban en parte alguna, podías hallarlas en esa mina solidaria para el séptimo arte. Estrenos que no llegaban a tu ciudad, podías tenerlos ahora para visionar tranquilamente en tu domicilio. Formaban tu colección sin objetivo alguno de acción comercial. Era para tu propio uso. Y ya pagabas el coste de los DVD vírgenes, con el impuesto correspondiente para el sector. Hollywood comenzó a verle las orejas al lobo, por lo que presionó ante su gobierno, y el de otros países, a fin de que se penalizara, persiguiera y prohibiera estos portales digitales, con la intención de que incluso los internautas fueran castigados, en caso de reincidencia, con el corte de suministro de Internet. Obviamente las empresas de telefonía, servidores de la línea, se opusieron a ello. Y en este contexto, cada gobierno utilizó sus estrategias nacionales, siempre bajo la presión del tío Sam, con su poderío y predicamento. El anzuelo de las descargas legales, pagando el servicio, no funcionó. La endemia de la gratuidad solidaria ya estaba demasiado arraigada para cambiar determinados hábitos para la racionalidad. El “pirateo” se había inoculado hasta las más íntimas entrañas, en toda la jerarquía y heterogeneidad social (no se olvide esta realidad), blindado ante determinantes éticos o penales. Y el que esté libre de pecado, tire la primera piedra. Ninguna lapidación se producía porque todos, absolutamente todos, habían comido y se nutrían de la manzana prohibida del Paraíso. El actual Gobierno de España, avalado por la oposición política y grupos nacionalistas, ha generado, en fecha reciente, la denominada Ley Sinde. No se atreve a llegar a la actitud del ejecutivo galo, mucho más rígido en la persecución de los corsarios, bucaneros o filibusteros de los 35 m/m o de los 1,37 gigas. Tras la intervención judicial, podrán cerrarse determinadas páginas para la ilegalidad, vulneradora de los derechos de autor. Su gran problema va a ser encontrar el lugar físico o jurídico donde radica la sede de estos portales mediáticos. ¿De quién y de donde me están llegando esos megas y gigas para compartir la conformación de imágenes y sonidos? Y en esa estamos.

¿Esta acción disuasoria, según niveles nacionales de persecución y educación al efecto, va a permitir ver de nuevo colas de personas ante las taquillas de los cines? Ellos saben, también Hollywood, que la respuesta es puntualmente negativa. El hábito y los recursos técnicos anti ley están muy arraigados y sofisticados. La red es muy poderosa y no va a permitir que la sometan a parámetros interesados de la industria cinematográfica, por mucha ética y legalidad con la que quiera adornarse y protegerse.

Y entonces ¿qué habría que hacer para despertar de nuevo entre la ciudadanía el hábito mayoritario de acudir a las salas cinematográficas? Buena pregunta, cuya respuesta vamos a tratar de sintetizar desde un planteamiento obviamente personal y subjetivo. Veamos algunas sugerencias.

a) Cuidar la estructura, decoración y comodidad de la sala de proyección.

b) Potenciar la sonorización, a fin de que la película se entienda sin dificultad.

c) Mejorar el sistema de proyección, en orden a la luminosidad.

d) Rodar películas distraídas, amenas y agradables.

e) Reducir los temas y géneros de violencia, sadismo, perversión y ciencia ficción.

f) Construir con esmero la calidad narrativa de la trama.

g) Ofrecer incentivos económicos a la asistencia, para determinados días y horas de la semana.

h) Evitar las repeticiones clónicas de la cartelera en casi todos los cines.

i) Proyectar cine europeo y de otras industrias geográficas, además del proveniente de Hollywood.

j) Organizar una filmoteca en cada ciudad, a fin de promover y educar la afición al cine.

k) Ofertar entradas de precio muy reducido para jubilados, trabajadores en paro y jóvenes en busca de empleo.

l) Entregar folletos explicativos acerca de los datos técnicos y creativos de cada película.

m) Hacer un mejor cine, con inteligencia, estilo e imaginación.

n) Ofrecer un estricto nivel de limpieza en las salas y servicios comunes.

o) Establecer un buen servicio de vigilancia y ayuda al espectador, antes, durante y tras la proyección.

p) Seguir investigando sobre las proyecciones realizadas en formato digital. Todavía, no superan la calidad técnica de las películas rodadas en celuloide.

q) ………………………………………………………………………………………………………………………………………………

La aplicación de éstas y otras medidas ayudaría, a no dudar, la vuelta de los aficionados a las salas de proyección cinematográficas. Nunca el visionado en el ordenador o en el televisor de cada hogar iguala la calidad del espectáculo que ofrece la gran pantalla “de la sábana blanca,” cuando las luces se adormecen y comienza esa narración que facilita el mimetizar sentimientos e ilusiones, estética y argumento, vivencias y creatividad.

Por cierto, no sé si tu te vas a animar, pero yo me voy a ir al cine dentro de un ratito. ¿Quieres que te recomiende una peli, de las que están proyectando en Málaga? Repasa la cartelera, documéntate y elige. Disfruta y reflexiona. En realidad, nunca va a estar en soledad ante una película. Esa pantalla que cobra vida, cuando se oscurece la luz para vivir la noche y el día, va a ser tu mejor y fiel compañía. No la desaproveches.-

José L. Casado Toro (viernes, 25 febrero 2011).

Profesor.

http://www.jlcasadot.blogspot.com/

viernes, 18 de febrero de 2011

TIEMPO PARA LAS ILUSIONES Y LAS OPORTUNIDADES FALLIDAS.

Profesor ¿y para qué sirve estudiar Historia? La mañana nos había regalado un cielo transparente y azulado para el agrado de románticos y soñadores, con esa temperatura de crucero que, en Málaga, se mantiene durante no pocas horas en los 18º. Además mantenía esa convicción, entre el deseo y la realidad, de que el trabajo que estábamos realizando gozaba del valor práctico que, a más corto o medio plazo, posee la profesionalidad de los docentes y el aprendizaje de aquellos jóvenes que se instruyen en las aulas. Paloma, con la espontaneidad y el desenfado que siempre sabe concedernos, me plantea, en plena explicación, una lógica pregunta en la que no presumo intencionalidad negativa alguna, sino una franqueza basada en la familiaridad de muchas horas compartidas en clase. Bueno, Paloma, tenemos que conocer y analizar nuestro pasado. ¿Por qué? Este esfuerzo de nuestra inteligencia nos va a permitir entender y acercarnos con racionalidad al mundo que nos ha tocado protagonizar. Incluso, a través de las consecuencias que obtengamos con ese conocimiento, podremos tratar de mejorar, cambiar o transformar en positivo un futuro que nos tocará modelar, más pronto o tarde, en nuestras vidas. Otros compañeros Profesores se habrán encontrado, a no dudar, con una pregunta similar en sus respectivas materias de competencia científica. En sus respuestas, habrán añadido que todo esfuerzo en el estudio facilita el ejercicio y desarrollo mental y de las facultades intelectivas para las personas, al margen del específico conocimiento que nos proporcione cada una de las disciplinas escolares o académicas.

¿Es bueno estudiar? ¿Es útil, en la actualidad, dedicar tiempo al estudio? Con cierta intermitencia, en el reconocimiento, me encuentro a entrañables alumnos con los que he compartido el discurrir del tiempo reglado para el aprendizaje escolar. Ellos identifican a ese Profe que “les ha dado clase de….” En lo recíproco, la memorización resulta más complicada. El paso de veinte o más años por nuestros rostros y corporeidad hace que seamos, especialmente ellos, muy diferentes en la imagen que ofrecemos al entorno. El alumno trata con siete/ocho Profesores en cada curso, mientras que un docente ha de convivir con no menos de 150 jóvenes, de forma directa, en cada anualidad. 4.500 alumnos en treinta y cinco cursos….. Aun así, hay muchos que se te han quedado grabados, por diferentes causas, en los compartimentos plásticos de la memoria y en los afectos fraternales para el recuerdo. En muchos de los casos te comentan, con una cierta añoranza, su pesar por no haber sabido aprovechar mejor la oportunidad de que gozaron para el estudio. “No me gustaba, lo dejé y así tuve que dedicarme a…..” Es una expresión que se manifiesta a tiempo pasado, reconociendo el error de no haber rentabilizado mejor la opción disponible en ese momento pretérito. Y debo aclarar que, aun subyaciendo en nuestra dramática presencia una intensa crisis en lo laboral, la disyuntiva entre poseer una mejor y más cualificada formación o sólo tener unos cursos elementales o medios en lo académico, no ofrece dudas posibles en la opción. La persona preparada, aun en tiempos depresivos para lo económico, siempre estará en mejores condiciones en la lucha por una ubicación laboral más idónea con su preparación e incluso para integrar el posible fracaso en esta loable pretensión ocupacional.

En numerosas ocasiones hemos comentado, con aquellos que suman menos años, lo inteligente de saber aprovechar esos momentos, esas oportunidades que, más adelante, pueden no ser tan fáciles en su aplicación a nuestras vidas. Dicho de otra forma, hay que vivir cada tiempo cronológico con la sosegada, pero también vibrante, plenitud. Y esta sugerencia o consejo va dirigida a personas de todas las edades: niños, jóvenes, adultos y veteranos, en su respectivo periplo existencial. El problema principalmente se presenta cuando aquéllos, que atesoran una más corta biografía no saben o no quieren comprender, aceptar e integrar este consejo. En realidad todos “pecamos” de una cierta soberbia contra la humildad a la hora de ser receptivos con las sugerencias ajenas. Pero mientras que en los adultos las consecuencias de alguna tozudez son más reparables por la experiencia acumulada y los “golpes” encajados en el camino, para los jóvenes esos blindajes a las opiniones de los demás (cuando conllevan una marca de racionalidad en el remitente) suelen tener una proyección más lesiva contemplando el devenir de sus respectivas historias.

¿Cuántas veces llegan a nuestros oídos frases similares a éstas? “Me arrepiento de no haber aprovechado el tiempo de Instituto, para haber podido estudiar una carrera” “Pude aprender ese idioma, que ahora me resulta tan necesario en mi currículum laboral. Sin embargo perdí el tiempo en esos dos años que estuve en la Escuela Oficial de Idiomas” “Si hubiera sacado mejores calificaciones en mi expediente, ahora podría optar a esa beca para hacer una estancia en el extranjero, experiencia que tanto me ilusionaría” “Me piden el carné de conducir como requisito inexcusable para poder considerar mi solicitud de trabajo y ahora me arrepiento de no haberme esforzado más en haberlo conseguido. Suspendí dos veces la teórica y dejé pasar la oportunidad que ahora tanto necesito” “Cuando asisto a un concierto, y contemplo a esos maestros en el arte de saber deleitarnos con su música para el goce del alma, lamento que desde pequeño no se me animara en el aprendizaje de ese arte maravilloso que generan los sonidos instrumentales” “Si hubiera practicado más deporte, ahora mi vida gozaría de una mejor salud y mi organismo no estaría tan lastrado de estos problemas que tanto me incomodan”………………….

Estas reflexiones, y otras muchas que se pueden añadir cansinamente, tras escucharlas en el entorno social, reflejan ese pesar con nostalgia y frustración que provoca el no haber sabido, podido o querido aprovechar con inteligencia aquellas posibilidades que, con el paso de los años, se tornan más complicadas para su integración en nuestras vidas. Se mira hacia atrás y nos fluye en la memoria no pocos interrogantes sobre esa aventura nublada de las oportunidades fallidas. Bien es verdad que pronto hallamos respuestas que tratan de justificar algunos por qué para la no acción. Sin embargo también es cierto que, junto a esos determinantes que no facilitaron el hacer, hay otros muchos que hubieran posibilitado la realización de esos objetivos para las ilusiones futuras.

Está en manos de los padres, familiares, maestros y profesores, amigos, vecinos y conocidos, con diferentes porcentajes de influencia sobre los más jóvenes, el que éstos puedan algún día alegrase de ese momento en el que un adulto les aconsejó, animó, facilitó e impulsó a conocer, entender, disfrutar y enriquecerse con un aprendizaje del que, más adelante, podrá valorar y rentabilizar tanto para su existencia. La plástica influencia de un buen ejemplo puede ser la mejor terapéutica o razonamiento para esas almas en desarrollo que tanto lo necesitan. En un domicilio donde hay libros, cuyas páginas se abren al conocimiento de historias, narraciones, leyendas y poesías, se generará, como un hábito, natural y satisfactorio, el placer por la lectura. Unos padres que llevan a sus hijos, desde pequeños, al cine, al teatro, a los conciertos, a recorrer los senderos de la naturaleza, a practicar el ejercicio físico en los polideportivos, a los museos de pintura, escultura y otras modalidades artísticas para el espíritu…. estarán desempeñando con eficacia y responsabilidad su inalienable función educadora. Pero además de cumplir en conciencia con su obligación, estarán sembrando, con el mejor tacto y habilidad, aficiones, senderos y proyectos en aquéllos que están en la mejor edad para el aprendizaje de una vida que tienen por delante.

De manera especial pienso, también, en LOS PROFESORES TUTORES. Ellos se hallan cerca, muy cerca de sus alumnos. Especialmente, para muchos de aquéllos que sufren del abandono o la dejación de sus tutores familiares o legales. ¡En cuantas ocasiones he visto como algunos de mis tutorandos han dejado vacío el lugar donde habían de anotar el nombre y profesión de su padre o madre! Y se les aclaraba, previamente a la cumplimentación del impreso que, en caso de fallecimiento, debían escribir esa palabra en el recuadro correspondiente. Pues bien, esos tutores, al conocer, al hablar, al convivir en lo escolar con sus alumnos, tienen en sus manos una magnífica influencia para estimular, para aconsejar, para despertar una afición, un camino, un horizonte personal en aquellos que están bajo su responsabilidad administrativa. Y esa es la edad en la que se siembran simientes que han de fructificar en esa afición, esa destreza, ese hábito personal que identifica a muchas vidas en su futuro ciudadano, mediato o lejano.

Este artículo va dirigido, de forma especial, hacia la gente más joven. Pero también los adultos deberíamos aplicar estas pautas de comportamiento y no dejar pasar oportunidades que igual no se presentan o tardan en volver a tener presencia testimonial ante nosotros. Aunque todos nos equivocamos muchas veces en el día, debemos aventurarnos en el mejor hacer y rechazar el abandono o la renuncia. Esa frase repetida de “a mi ya se me ha pasado la edad de…..” puede ser errónea, disuasoria, justificativa para la inacción y de la que nos tendremos, muy probablemente, que arrepentir. ¿Por qué no hacemos ese viaje? ¿Por qué no realizamos aquella llamada? ¿Por qué no emprendemos esta reforma? ¿Por qué no escribimos ese correo? Por qué no practicamos esa experiencia? ¿Por qué no actuamos con mayor solidaridad? ¿Por qué no somos más tolerantes? ¿Por qué empobrecemos y desvitalizamos tanto el valor de la amistad? ¿Por qué no disfrutamos más con el amanecer de cada uno de los días?

José L. Casado Toro (viernes, 18 febrero 2011).

Profesor.

http://www.jlcasadot.blogspot.com/

viernes, 11 de febrero de 2011

DE UNA CARTA PERDIDA, PARA EL TIEMPO DE TU ANSIEDAD.

Hubiera sido necesario, imprescindible en la terapéutica de lo humano, que esa misiva hubiera encontrado las señas explicativas de su destino. Pero el azar, de los errores sin causa, impidió que llegara un poco de luz y racionalidad a la desesperanza de tus dudas, al vacío de tu corazón. La historia de esa nueva ruptura, por frecuente y repetida, carece de la mayor novedad. Incluso, para tragedia de los afectos, se nos antoja ya revestida de la vulgaridad en lo cotidiano. Voy a tratar de narrarla, en sus aspectos más definidos, gracias a que la oportunidad me ha ubicado de observador imprevisto en la atalaya de vuestros sentimientos para la distancia.

Ante su única descendencia genética, tus padres te pusieron en la pila bautismal el lindo nombre de Alicia. Sin embargo, desde los alegres y desenfadados años de la Secundaria, todos comenzaron a reconocerte como Eli. Te resultó simpática la expresión, y así ha quedado hasta hoy. No era compañero de aula. Un día, aquella amiga de panda, en la costa veraniega de las noches sin horas, te lo presentó, cuando Nacho salía de ese ajardinado cine de verano, donde se proyectaban películas bajo el cielo estrellado de un agosto cálido y divertido.

La verdad es que te pareció algo “enterado” y presumido, aunque su gesto, unos días después en la terraza de la heladería B. Tres, al entregarte una aromática rosa roja, cuando celebrabas tu cumple, acercó vuestras miradas y esa atracción de los afectos, tan placentera y vital para la sonrisa. Ya en la capital, estudiabais en diferentes Institutos. Pero el teléfono, el correo de la mañana y aquellas tardes de paseo, cine y merienda, os fue uniendo en una relación que necesitabais para tensión y sosiego, todo a la vez, en vuestras almas y deseos. Y ambos, tras el bachillerato, seguíais juntos tomando apuntes en aquellos militares barracones de Empresariales, donde los aburridos minutos de clase se hacían eternos a la espera de ese beso o paseo cogidos de la mano, caminando entre setos, confidencias y proyectos alegres para la esperanza. Fue con él, y él contigo, para esa primera experiencia en el que todo fue bien dentro de la torpeza y nervios para la sensibilidad, placer y deseo. Desde aquella tarde de febrero, hubo otras ocasiones en que la necesidad hizo desaparecer el tiempo del minutero y los consejos de aquellos mayores, para la prudencia en la edad. Y sucedió como a tantos otros, en los que la ceremonia dio legalidad a lo que ya comenzaba a ser una estupenda y vital realidad. Su oportuno trabajo, en la empresa de transporte urgente. propiedad de un tío segundo donde se había marchado el contable ante un cambio de residencia familiar, permitió afrontar ese alquiler en un piso soleado, por la expansión urbana en el oeste de la capital. Y una niña preciosa, a la que decidisteis ponerle el nombre helénico de Aure, que recuerda la brisa y el aire suave y limpio que sabe acariciar la naturaleza.

Las familias respectivas también apoyaron, al menos en apariencia, la unión de dos seres aún muy jóvenes para la plena vida en común. Y todo parecía ir bien. Incluso tu, Alicia, con la colaboración de tu madre por los pocos años de Aure, pudiste conseguir unas horas por la mañana en una gestoría, propiedad de un amigo de tu suegro Fernando. Así ayudabas también un poquito a las necesidades de la casa, pues Nacho alcanzaba un sueldo más bien modestito para las exigencias de una familia que empieza su largo recorrido para la memoria. La relación entre vosotros era razonablemente soportable, aunque ese entronque tan temprano en el mundo laboral (ni tú, ni él, habíais finalizado esos estudios en lo económico) os hacía uniros en casa ya muy cansados y un tanto frustrados, pues a vuestra edad el cuerpo pedía mucha marcha en el ocio y las obligaciones bloqueaban las expectativas de unos jóvenes con 22 y 21 primaveras en su historial. La fuerza de la ilusión fue dormitando en el atardecer de los días. Hubo, desde el principio, algunos roces y discusiones que, sin mayor gravedad, eran producto, sin duda, de una ardorosa rebeldía ante la responsabilidad que el azar y la imprevisión os había obligado a adoptar.

Y él comenzó a llegar cada día un poco más tarde, de vuelta a la casa. Unos compañeros de la oficina, un balance que había que ajustar, un silencio como respuesta a tu mirada dolida por la horas de soledad, un diálogo sin palabras ante una pantalla vociferante que observaba impasible la distancia que se abría entre vosotros, una monotonía aburrida en ese momento en que más cerca podíais estar…. Entre vosotros el color reducía su brillo y tonalidad. Ese nublado plomizo, en lo afectivo, apagaba luces y razones para dos personas que ignoraban preguntas y respuestas, dejándose llevar por una deriva sin rumbo, por una brújula sin norte para orientar vuestras vidas.

Aquella noche de abril, fue la primera en que no volvió a casa. Aburrida de un desencuentro, constante en los días, hizo que ni te esforzaras en localizar una preocupación por su ausencia. Cuando muy temprano dejaste a la niña con tu madre, para comenzar tu horario de las 8 y media en la gestoría, esperabas una llamada que te explicara qué había ocurrido y dónde había pasado su intimidad y su mirada. Ya bastante enojada, cuando cerca de las dos de la tarde llegaste a casa, venciste ese algo de tu orgullo y marcaste el número de Javi, un compañero de oficina de Nacho, a fin de preguntarle si tu marido había estado en el trabajo ese día. De inmediato comprobaste el nerviosismo de ese amigo común que, tras unas evasivas y palabras sin orden, te confesó que Nacho hacía una semana que se había despedido del trabajo. No quiso decirte más, al comprobar tu desconsuelo e indignación ante lo que estabas afrontando. Prometió que esa tarde, cuando finalizara su horario laboral, pasaría por tu casa y te daría algunos datos que, como su mujer, debían llegar a tu conocimiento.

Mira Alicia, hace ya unos meses que Nacho se me sinceró ante unas cervezas como testigo. Me dio a entender que no se sentía feliz con la vida que el destino le estaba deparando. Todo había sido muy rápido. La obligación de vuestro matrimonio, el abandono de los estudios, el nacimiento de Aure, con todas esas obligaciones que le atenazaban y desanimaban en sus sentimientos. Cada día se le hacía más duro actuar como persona adulta ante ese cúmulo de responsabilidades que conlleva el matrimonio y la paternidad. Pero, Javi, aunque nos habíamos distanciado mucho en los últimos tiempos, él nunca se sinceró conmigo y me confío ese agobio vital en el que se encuentra. Todo eran silencios, rutinas, prisas y distancias. Alicia no pudo controlar más su confusión y tristeza. Rompió a llorar amargamente. ¿Has hablado con tus padres o tus suegros? No. Sólo le he pedido a mi madre que se quedara esta tarde con la niña y que yo pasaría ya un poco tarde a recogerla, para lavarla y darle de cenar antes de llevarla a la cama. Pero es que estoy hundida. Ni una llamada. Ni unas letras. Nada. ¿Y donde estará en estos momentos? ¡Que van a decir sus padres, cuando se enteren! Eli…. tengo que añadirte algo. Y sé que no te va a gustar. Posiblemente te va a destrozar, más de lo que ya estás. Pero…. yo creo que debo ser sincero contigo. Un largo silencio entre ambos y unas miradas que traviesamente se esforzaban en no encontrarse en el destino. ¿Hay otra persona, Javi? Fueron unos segundos que se hicieron eternos en el desconsuelo y con el temor de la desconfianza. Javi tomó las manos de una persona a la que apreciaba desde siempre y cerrando los ojos le confesó: sí Eli, me duele en el alma ser yo quien te lo confiese. Hay una tercera persona entre vosotros. Hay otra mujer, en la atracción sexual y afectiva de Nacho.

Fueron días, que se transformaron en semanas y meses, muy difíciles para tu joven vida de madre y mujer en soledad. Ese calor y apoyo, para unos duros momentos en desconsuelo, te ayudó a ir afrontando cada número del calendario que avanzaba con la armonía de lo exacto. Las amigas de siempre, los compañeros de trabajo, una madre que siempre estuvo con la mano tendida, el comportamiento excepcional del propietario de la gestoría, las sonrisas y ocurrencias de tu pequeña Aure, resultaron islas orientadoras para un destino desbrozado, en ese mar del desconcierto y el fracaso.

Hubo que ir ganando la razón en cada uno de los tiempos trazados por el rítmico minutero. Mientras, contemplabas y sentías el amanecer y el oscurecer de cada día, en la huérfana soledad de los silencios. Tuvo que dolerte la incomprensión absurda de la familia de Nacho pero, el blindaje egoísta de ese grupo con la inmadurez manifiesta de uno de sus miembros, te hizo ver que desde un principio nunca fuiste bien aceptada por esa gente que siempre te señaló como culpable interesada de un matrimonio que nunca tuvo que haberse realizado. Y de él, ni una sola palabra de justificación, consuelo o esperanza. Incluso a poco, su número telefónico ya no te respondía, ante el cambio realizado. Ahora pertenecía ya a otra persona. Fueron tu padre y Fernando, esa buena persona que dirige la oficina, quienes se encargaron de aliviar las tensiones administrativas propias de un divorcio que, en unos meses, te fue concedido por una juez con prisas, en aquella mañana de octubre, con una fría mecanización en los gestos y el condicionante austero del reloj en el tiempo. Quedaron establecidas unas puntuales exigencias económicas para un padre que se declaró insolvente, por lo laboral. Había vuelto a los libros y a las mesas del aula. Y un par de días a la semana, miércoles y domingos, en los que un padre podría estar con su hija durante un trozo de las horas del día. Fueron numerosas las semanas en las que no hizo efecto este derecho que judicialmente se le concedió. Y siempre, a través de su hermana Julia, pues no supo o quiso ofrecer ese valor imprescindible de saber dar la cara y afrontar la responsabilidad como padre y ex esposo.

Pero hubo una carta que tardaste, en demasía, para conocer. Fue escrita dos fechas después de aquella terrible tarde noche para tu desánimo, ante la durísima realidad. No muy larga en el texto, ni explicativa en las razones, ni generosa en la petición de perdón. Pero, al menos, encerraba unas claves ante un proceder que alumbraba a una personalidad débil e inmadura, ante la exigencia de los hechos. Te venía a decir, en su contenido, que nunca se sintió preparado para un matrimonio y paternidad que se le vino encima, en su egoísmo e incapacidad. Y para colmo, se había encariñado con una compañera de empresa con la que sentía esa atracción y equilibrio personal que necesitaba para su vida. Te deseaba suerte en el futuro y su única disculpa era una percepción, por su parte, de que algún día comprenderías o entenderías su proceder. Imagen patética de una persona que sólo podía ofrecer la imagen de adulto en los números falaces insertos en el documento de identidad. Pero, por absurdo que parezca, el azar impidió, durante más de un año, que llegaras a poder leer tan desalentador, pero realista, contenido de la misiva. La carta había quedado absurdamente atrapada en el engranaje de la contraportada móvil de ese buzón solitario en la plaza. El operario de correos, una vez y otra, no se pudo llevar el sobre a ti dirigido y que le habría dado algún sentido a tus ansiadas preguntas y palabras. Ante una canalización de telefonía con fibra óptica, se tuvo que mover temporalmente la ubicación del tozudo buzón de color amarillo. Y ese desplazamiento, al fin, pudo liberar una carta que te llegó con tantos meses de retraso para dar un poco de luz y sosiego a la evidencia de una vacía realidad personal en el remitente. Son hechos que ocurren en esas leyendas urbanas, generadas entre la imaginación y la realidad.

Hoy, casi tres años después, en Alicia y Aure ha germinado la semilla de la estabilidad. De nuevo han vuelto a dibujar la sonrisa de la alegría. Gran parte en esas razones, para la sencillez en felicidad, se hallan en la compañía afectiva de Fernando, admirable persona, con la que has encontrado felizmente normalidad y equilibrio para tu vida. Pero esa historia… ¿verdad? ya pertenece a otro momento, a otra confidencia, a un nuevo tiempo para el relato.-

José L. Casado Toro (viernes, 11 febrero 2011)

Profesor

http://www.jlcasadot.blogspot.com/

viernes, 4 de febrero de 2011

LA NECESIDAD DE UN BUEN DESAYUNO, PARA MEJORAR LA JORNADA ESCOLAR.

¿No os he hablado de ella? Patri es una de esas chicas que se hallan en flor para esa maravillosa y vital etapa de la juventud. Esa juventud que no entiende de años, pero que se vive de manera especial en la segunda década de nuestras vidas. En plena adolescencia. Durante este curso se halla integrada en el grupo de mi tutoría, un tercero de la E.S.O. junto a otros veintiséis compañeros de ciclo. Ya, el año pasado, tuve la oportunidad de conocerla, pues era una de mis alumnas en Ciencias Sociales. Para su corta edad, catorce lindas primaveras (y es que vino al mundo en uno de esos días que dan paso al mes de abril) está muy bien desarrollada, tanto en estatura como en el resto de su complexión corporal. Esos ojos brillantes, con la limpieza cromática del mar (hoy me parecen azulados y mañana me reflejan el verde naturaleza) se hallan en un afilado rostro enmarcado por una suave melena de color castaño que reposa sobre sus pequeños hombros de mujer. Nos regala, con bastante frecuencia, una tierna sonrisa, precursora de un colorido rosáceo en los pómulos con los que denota su infantil timidez. Viste ese chándal ajustado que siempre le guarnece…. ¿rojo o un rosa anaranjado? Y calza un amplio juego de botas de baloncesto, que sirven más para llevar que para practicar el deporte de la canasta, intercambiadas según la semana. No es precisamente brillante en los estudios pero, hace unos días hablando con ella en esos minutos del recreo, me dijo algo que, conociendo su cortedad expresiva, me emocionó, aunque disimulé en el tacto respondiéndole con un “gracias” muy afectivo. “Profe, me voy a esforzar porque me daría mucha vergüenza defraudarle una vez más”. ¿Su familia? Grupo social medio/bajo, vive con su padre, camarero de un bar cercano al Instituto, y con su actual compañera, una chica de veintipocos años que tiene turno de tarde en ese Centro Comercial de apellido francés. Su mami genética hace cuatro años decidió irse con un niñato a lo maniquí, parece que con dinero de origen dudoso, y ahora apenas la ve. No se lleva mal con una madrastra que le ofrece, según Patri, un cierto cariño pero que no duda en castigarla cuando se ha portado mal. “La verdad, Profe, es que siempre ha sido justa conmigo. No puedo tener queja.” Su amiga íntima de bloque, barrio y grupo es Marta, una estupenda cría con problemas familiares muy complicados pero que, para Patri, es como una verdadera hermana.

Y ocurrió aquella mañana de enero, tras la vuelta de vacaciones. 9,50, ya en la segunda hora de clase. Trabajábamos un tema de Geografía Económica, cuando te levantas de tu asiento, observo que te acercas a la pizarra, mientras yo sostenía en una de mis manos el micro y en la otra un trozo de tiza. Te veo un poco pálida, pero en invierno es más que frecuente que casi todos perdamos algo de tonalidad en la piel. Me dices que no te encuentras bien y que necesitas salir. A media voz, te respondo que “por supuesto”. Y aunque no es muy frecuente en mí ese gesto, reclamé a Marta que hiciera el favor de acompañarte. Tal vez fue la intuición derivada de muchas horas y años de clase. Apenas te acercas a la puerta, sufres un desvanecimiento. Quiero reconocer y valorar que tus compas reaccionaron con una madurez impropia de su edad. Rápidamente te colocaron tendida en el suelo sobre un chaquetón solidario y te apoyaron la cabeza en un par de jerseys. Pedí que no te agobiaran, a fin de que pudieras respirar, y mandé a un par de alumnos rápidos para que fueran a la Jefatura de Estudio o a la Sala de Profesores e informaran de lo sucedido. Les dije que en el Parque de Bomberos, vecino al Instituto, hay siempre unos médicos de guardia para los primeros auxilios. Afortunadamente te fuiste recuperando y, cuando una sanitaria de Protección Civil llegó a nuestra aula, ya estabas sentada en una silla, forzando una sonrisa en ese cuerpo y alma de ángel que siempre he visto en tu persona. Comprueban la tensión arterial y la doctora me comenta en voz baja “creo que ya sé lo que le ha ocurrido”. Patricia ¿qué has desayunado antes de venir al cole? ¿Qué cenaste anoche, Patri, repetí? Desde ayer al mediodía, me confiesas que apenas has tomado alimento. Cenaste muy poquito y esta mañana te has venido para las clases sin haber desayunado. Te ha provocado una baja profunda de tensión o el azúcar…. y nos has dado un buen susto a todos. Especialmente para aquellos que, con el mayor afecto, te apreciamos.

Como Profesor, siempre dediqué una de las horas para la tutoría colectiva, en el tratamiento razonado de tomar un buen desayuno ante de comenzar a trabajar, en las clases o en cualquier otra actividad. Más adelante aportaré un esquema de la organización de esta sesión educativa. Lo que lamento es no haber dedicado la oportunidad necesaria para hacer un buen estudio sobre esta temática, cuando me hallaba en activo durante el ejercicio de mi profesión. Ahora que acabo de pasar al “ejército de reserva” me temo que no voy a poder realizar ese estudio con los necesarios datos de acción directa. Pero estoy seguro que alguno de mis compañeros estimarán la conveniencia de encuestar a sus alumnos para, tras el análisis de sus respuestas, estudiar las causas, condicionamientos y consecuencias de ese hábito, bastante generalizado según opiniones y actitudes constatadas a diario. Datos que deben ser contrastados con los recabados en otros centros educativos, tanto de la zona donde está enclavada nuestra comunidad escolar como de otras áreas sociológicas diferenciadas en el espacio urbano. Ese estudio finalizaría con un listado de sugerencias y aportaciones a fin de paliar o mejorar esa relajación ante el alimento, ante de iniciar la jornada diaria de clases. Una gran mayoría de alumnos, según confiesan, toman el primer alimento del día a partir de las 11,15 h. Cuando comienza la media hora de recreo. Antes han recibido y participado ya en tres horas de clase. El rendimiento psico físico, durante esas tres sesiones didácticas, se ha tenido que ver ineludiblemente afectado por la carencia de nutrientes a que el organismo ha sido sometido. El equilibrio orgánico, la concentración mental, la potenciación intelectual, el ánimo y voluntad para la participación colectiva en las actividades de aprendizaje, el nivel disciplinario, la atmósfera solidaria, el interés y la voluntad general….. todo ello puede haberse visto afectado por el retroceso carencial. Es un coste muy severo para el rendimiento, sea en las Matemáticas, el Lenguaje, los Idiomas, la Geografía o la Formación Física…. Para el valor más importante de una comunidad educativa: la formación de esos hombres y esas mujeres, muy jóvenes, en las etapas regladas de su aprendizaje.

Muchas de las familias no son conscientes, en su irresponsabilidad, acerca de estas situaciones carenciales en la que están sumidos sus hijos cuando se desplazan a los Centros escolares. Entiendo que la rebeldía juvenil de que estos jóvenes hacen gala impide una acción positiva de no pocos padres y madres, que se esfuerzan inútilmente en que sus hijos tomen ese primer alimento de la mañana. Por ello, desde la acción tutorial hay una interesante e imprescindible labor a realizar. Razonar y dinamizar una toma de conciencia en los propios alumnos, a fin de que asuman la racionalidad y conveniencia de modificar sus hábitos alimenticios.

ESQUEMA DE UNA SESIÓN DIDÁCTICA PARA

LA HORA DE TUTORÍA COLECTIVA.

UN BUEN DESAYUNO, PARA HACER

UN BUEN DÍA

a) ¿CÓMO FUNCIONARÍA EL MOTOR DE UN VEHÍCULO,

sin tener apenas gasolina en el depósito o con un combustible inadecuado?

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b) Estamos gastando energía, con sólo respirar. SE CONSUME ENERGÍA al andar, al correr, al saltar, al practicar algún deporte o esfuerzo. Pero también lo hacemos, cuando estudiamos, leemos, escribimos, pensamos y escuchamos. Con estas actividades intelectuales, realizamos un gasto importante de nuestras reservas energéticas. En ese momento de actividad física o intelectiva, consumimos hidratos de carbono, vitaminas de diferentes modalidades, sales minerales, hierro, potasio, magnesio, grasas, etc.

b) ¿Y qué me ocurre cuando me faltan esas sustancias en mi organismo o no las poseo en cantidades o porcentajes suficientes para mi edad en desarrollo?

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DESGANA, APATÍA, DESILUSIÓN, FLOJERA, APLANAMIENTO, PASOTISMO, INSEGURIDAD, RECHAZO AL APRENDIZAJE….

d) ¿CUÁNDO HACEMOS EL MAYOR ESFUERZO MENTAL EN EL DÍA?

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Por las mañanas, durante las horas de clase. También cuando estudiamos por las tardes.

e) ¿POR QUÉ NO DESAYUNAMOS DE MANERA ADECUADA, antes de venir al Instituto?

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- No tengo ganas al levantarme.

- No se apetece tomar alimento tan temprano.

- Me he acostumbrado a no desayunar.

- A las once y cuarto, en el recreo ya tengo apetito.

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f) ¿QUÉ PODRÍA HACER, AL LEVANTARME, PARA HABITUARME A DESAYUNAR?

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- Abandono la cama un poquito antes, de lo que en mí es usual.

- Realizo unos pequeños ejercicios, al levantarme.

- Pongo un poco de música, que me estimule el ánimo.

- Miro al espejo mi cara de enfado y trato de sonreír.

- Me propongo una ilusión, para el nuevo día que comienza.

- Siempre habrá algo en el frigorífico o “alacena” que se me apetezca a esas horas tempranas.

Me costará hacerlo los primeros días.

Después, ya será un hábito cotidiano, como el ducharme y vestirme.

g) ¿QUÉ ALIMENTOS SON NECESARIOS a la hora de iniciar la actividad diaria?

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- CALCIO:

Leche (desnatada, semi, entera, fría, caliente, con cacao, con vainilla…)

Yogurt (sólido, líquido, desnatado, batido, natural, azucarado, con frutas….

Queso: fresco, cremoso tipo Filadelfia ….

- HIDRATOS DE CARBONO y FIBRAS

Galletas, pastas, bizcocho, tortas, cereales, muesli, arroz cocido, frutas ….

- VITAMINAS:

zumo de naranja, manzana, pera, kiwi, aguacate…..

- PROTEINAS

Bacon, huevos (cocido, tortilla, frito) jamón cocido….

PRUEBA A ROTAR ESTOS ALIMENTOS.

¿HAS DISFRUTADO UNA REBANADA DE PAN TOSTADO CON UN POCO DE ACEITE DE OLIVA?

h) Intervenciones, aportaciones, sugerencias, otros comentarios. REFLEXIÓN FINAL.

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COMPROMISO DE UN BUEN DESAYUNO,

ANTES DE VENIR A CLASE.

ORGANIZACIÓN, POR LOS ALUMNOS, DE

UN DESAYUNO COLECTIVO

EN LA HORA DE LA PRIMERA CLASE: 8,15 de la mañana.

Dialogué con la madre de Patri, Carmen, acerca de la situación que había protagonizado su hija. Me ofreció una disposición muy receptiva y favorable a no permitir que la joven viniera a sus clases con el estómago vacío. Le indiqué que, en estos primeros momentos de control, habría que dosificar la paciencia con una cierta rigidez. Quedó en llamarme por teléfono el día en que la actitud hostil de Patri frustrara sus buenos objetivos. He de añadir que, una vez más, esta querida alumna no me defraudó.-

José L. Casado Toro (viernes, 4 febrero 2011)

Profesor

http://www.jlcasadot.blogspot.com/